Nuestra razón de existir

Si queremos llegar a entender a nosotros mismos, preguntar ¿qué queremos en la vida?, es empezar con la pregunta equivocada. Es mucho mejor preguntar: ¿por qué nos hizo Dios?

Creados para dar gloria

Hay algo en el centro de nuestra naturaleza que nos impulsa a glorificar a algo — lo que sea —. Dar gloria es hacer que algo o alguien sea visto — por uno mismo y los alrededor —  como grande, importante, impresionante, bello e increíble. Es cantar sus alabanzas; siempre estar pensando y soñando en esto; sacrificar por ello; sentir emociones profundas por esto; y compartirlo con otros. 

Todos vivimos para dar gloria a algo — a nosotros mismos, a cosas materiales o dinero, a experiencias o hasta a otras personas. Lo hacemos porque nuestra búsqueda de hallar satisfacción en la vida está relacionada con nuestra adoración. Adoramos aquella cosa, persona, o experiencia en la cual ponemos nuestra esperanza de estar feliz y contento. 

Dios nos hizo para glorificarle

Somos creados para dar gloria; específicamente el propósito de Dios es que demos gloria a Él. Dar gloria a cualquier cosa que no es Dios es idolatría. Sólo cumplimos con nuestra razón de existir cuando damos gloria a nuestro Creador.

¿Qué significa glorificar a Dios? Glorificar a Dios es darle a conocer a los demás; es hacerlo visible; es reflejar cómo es (por esto nos hizo en su imagen, para que lo reflejáramos); es demostrar su grandeza.

¿Cómo podemos dar gloria a Dios en nuestra vida diaria? Dar gloria es más que cantar los domingos en la iglesia. Más bien, es algo que podemos hacer en todo lo que somos y hacemos.

¿Cómo hacemos todo para que Dios reciba mucha gloria? Primero, por la actitud que tenemos — por trabajar felizmente, vivir con gozo y evitar las quejas y preocupaciones — damos gloria a Dios. Segundo, damos gloria a Dios por amar a Dios y no a todas las cosas que nos ha dado en esta vida — disfrutamos de sus bendiciones en esta vida, pero de una manera que lo glorifique en vez de reemplazarlo con ellas —. También, glorificamos a Dios en cada momento por obedecer sus instrucciones; nuestra desobediencia puede convertir aún actos cotidianos en actos que quitan mucha gloria de Dios; en cambio, cuando obedecemos a Dios en todo, convertimos cada acción en una alabanza de Dios. Por último, damos gloria a Dios en todo por enfocarnos en hacer crecer su Reino en todo lo que hacemos — por dedicarnos a hacer seguidores que hacen otros seguidores —.

Hallamos lo que más queremos: satisfacción total

En el estudio anterior, vimos la necesidad y el deseo de cada persona de estar feliz; también vimos que buscamos nuestra felicidad en cosas, personas y lugares que al final de todo, no nos pueden satisfacer completamente. En contraste, Dios puede satisfacernos totalmente. Disfrutamos de una vida de satisfacción total y felicidad completa cuando vivimos con el propósito que Dios tiene para nosotros —  lo cual es glorificarlo —. De esta manera, con Dios en el centro de nuestro corazón, hallamos satisfacción verdadera. Vivimos para darle gloria, y Él nos hace totalmente felices —  felices en Él — .