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 <div class="book bkROM">
 <div class="chapter ch8" data-usfm="ROM.8">
 <div class="label">8</div><div class="s1">La vida en el Esp&#237;ritu</div><div class="p"> 1Ninguna condena, por tanto, pesa ya sobre los que pertenecen a Cristo Jes&#250;s, 2pues la ley del Esp&#237;ritu que da vida en Cristo Jes&#250;s me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.#2 Co 3,6.17; Ga 5,18; Jr 31,33; Ez 36,27; 37,14. 3Es decir, lo que era imposible para la ley a causa de la debilidad humana, lo llev&#243; a cabo Dios enviando a su propio Hijo, que comparti&#243; nuestra condici&#243;n pecadora y, a fin de eliminar el pecado, dict&#243; sentencia condenatoria contra el pecado a trav&#233;s de su naturaleza mortal.#2 Co 5,21; Heb 2,14-18; 4,15. 4De esta manera nosotros, los que vivimos bajo la acci&#243;n del Esp&#237;ritu y no bajo el dominio de nuestros desordenados apetitos, podemos dar pleno cumplimiento a lo que manda la ley.</div><div class="p"> 5Los que viven entregados a sus desordenados apetitos, se preocupan de satisfacer esos apetitos; en cambio, los que viven seg&#250;n el Esp&#237;ritu, se preocupan de hacer lo que es propio del Esp&#237;ritu. 6Ahora bien, el af&#225;n por satisfacer los apetitos desordenados conduce a la muerte; el de hacer lo que es propio del Esp&#237;ritu lleva a la vida y a la paz. 7Y es que el af&#225;n por satisfacer nuestros desordenados apetitos nos hace enemigos de Dios, a cuya ley ni nos sometemos ni tenemos siquiera posibilidad de hacerlo. 8En definitiva, los que viven entregados a sus desordenados apetitos no pueden agradar a Dios. 9Pero vosotros no viv&#237;s entregados a esos apetitos, sino al Esp&#237;ritu, ya que el Esp&#237;ritu de Dios mora en vosotros. El que carece del Esp&#237;ritu de Cristo, no pertenece a Cristo.#1 Co 3,16. 10Pero si Cristo est&#225; en vosotros, aunque el cuerpo muera a causa del pecado, el esp&#237;ritu vive en virtud del poder salvador de Dios. 11Y si el Esp&#237;ritu del que resucit&#243; a Jes&#250;s de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucit&#243; a Cristo Jes&#250;s infundir&#225; nueva vida a vuestros cuerpos mortales por medio del Esp&#237;ritu que ha hecho habitar en vosotros.#1 Co 6,14; 2 Co 4,14.</div><div class="p"> 12Por tanto, hermanos, si con alguien estamos en deuda, no es con nuestros apetitos desordenados para comportarnos seg&#250;n ellos. 13Porque si os comport&#225;is seg&#250;n esos apetitos, morir&#233;is; pero si, con la ayuda del Esp&#237;ritu, dais muerte a las obras del cuerpo, vivir&#233;is. 14Los que se dejan conducir por el Esp&#237;ritu de Dios, esos son hijos de Dios. 15En cuanto a vosotros, no hab&#233;is recibido un Esp&#237;ritu que os convierta en esclavos, de nuevo bajo el r&#233;gimen del miedo. Hab&#233;is recibido un Esp&#237;ritu que os convierte en hijos y que nos permite exclamar: &#171;&#161;Abba!&#187;, es decir, &#171;&#161;Padre!&#187;. #Ga 4,6-7. 16Y ese mismo Esp&#237;ritu es el que, uni&#233;ndose al nuestro, da testimonio de que somos hijos de Dios. 17Y si somos hijos, tambi&#233;n somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que ahora compartimos sus sufrimientos para compartir tambi&#233;n su gloria.#Lc 24,26; 2 Co 4,17; 1 Pe 4,13.</div><div class="s1">La esperanza del premio</div><div class="p"> 18Considero, por lo dem&#225;s, que los sufrimientos presentes no tienen comparaci&#243;n con la gloria que un d&#237;a se nos descubrir&#225;. 19La creaci&#243;n, en efecto, espera con impaciencia que se nos descubra lo que ser&#225;n los hijos de Dios. 20Sometida a la caducidad, no voluntariamente, sino porque Dios as&#237; lo dispuso, abriga la esperanza 21de compartir, libre de la servidumbre de la corrupci&#243;n, la gloriosa libertad de los hijos de Dios.#2 Pe 3,12-13; Ap 21,1. 22Y es que la creaci&#243;n entera est&#225; gimiendo, a una, con dolores de parto hasta el d&#237;a de hoy.#Jr 13,21; Is 66,6-8; Jn 16,21-22. 23Pero no solo ella; tambi&#233;n nosotros, los que estamos en posesi&#243;n del Esp&#237;ritu como primicias del futuro, suspiramos en espera de que Dios nos haga sus hijos y libere nuestro cuerpo.#1 Co 15,53-54; 2 Co 5,2-5; Flp 3,20-21. 24Porque ya estamos salvados, aunque solo en esperanza. Es l&#243;gico que esperar lo que uno tiene ante los ojos no es verdadera esperanza, pues &#191;c&#243;mo seguir esperando lo que ya se tiene ante los ojos? 25Pero si esperamos algo que no vemos, es que aguardamos con perseverancia.</div><div class="p"> 26Asimismo, a pesar de que somos d&#233;biles, el Esp&#237;ritu viene en nuestra ayuda; aunque no sabemos lo que nos conviene pedir, el Esp&#237;ritu intercede por nosotros de manera misteriosa. 27Y Dios, que sondea lo m&#225;s profundo del ser, conoce cu&#225;l es el sentir de ese Esp&#237;ritu que intercede por los creyentes de acuerdo con su divina voluntad. 28Estamos seguros, adem&#225;s, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio. 29Porque a quienes Dios conoci&#243; de antemano, los destin&#243; tambi&#233;n desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, que hab&#237;a de ser el primog&#233;nito entre muchos hermanos.#1 Co 15,49; 2 Co 3,18; Col 1,15.18. 30Y a quienes Dios destin&#243; desde un principio, tambi&#233;n los llam&#243;; a quienes llam&#243;, los justific&#243;#8,30: justific&#243;: Otra posible traducci&#243;n: absolvi&#243; de culpa y restableci&#243; en su amistad. Ver nota a 1,17.; y a quienes justific&#243;, los hizo part&#237;cipes de su gloria.#2 Ts 2,13-14; Ef 1,11-13.</div><div class="s1">Canto al amor de Dios</div><div class="p"> 31&#191;Qu&#233; a&#241;adir a todo esto? Si Dios est&#225; a nuestro favor, &#191;qui&#233;n podr&#225; estar contra nosotros? 32El que no escatim&#243; a su propio Hijo, sino que lo entreg&#243; a la muerte por nosotros, &#191;c&#243;mo no va a hacernos el don de todas las cosas juntamente con &#233;l?#5,6-8; Gn 22,16; Jn 3,16. 33&#191;Qui&#233;n acusar&#225; a los elegidos de Dios? &#161;Dios es quien salva! 34&#191;Qui&#233;n se atrever&#225; a condenar? &#161;Cristo Jes&#250;s es quien muri&#243;, m&#225;s a&#250;n, resucit&#243; y est&#225; junto a Dios, en el lugar de honor, intercediendo por nosotros!#Heb 7,25; 1 Jn 2,1. 35&#191;Qui&#233;n podr&#225; arrebatarnos el amor que Cristo nos tiene? &#191;El sufrimiento, la angustia, la persecuci&#243;n, el hambre, la desnudez, el peligro, el miedo a la muerte? 36Ya lo dice la Escritura:</div><div class="b"></div><div class="q"> Por tu causa estamos en trance de muerte cada d&#237;a;</div><div class="q"> nos tratan como a ovejas destinadas al matadero. # 
 Sal 44,22; 2 Co 4,11. </div><div class="b"></div><div class="p"> 37Pero Dios, que nos ha amado, nos hace salir victoriosos de todas estas pruebas. 38Estoy seguro de que ni muerte, ni vida, ni &#225;ngeles, ni potestades c&#243;smicas, ni lo presente, ni lo futuro, ni poderes sobrenaturales, 39ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni cualquier otra criatura ser&#225; capaz de arrebatarnos este amor que Dios nos tiene en Cristo Jes&#250;s, Se&#241;or nuestro.</div>
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 <div class="book bkACT">
 <div class="chapter ch8" data-usfm="ACT.8">
 <div class="label">8</div><div class="p"> 1Saulo estaba all&#237;, dando su aprobaci&#243;n a la muerte de Esteban.#7,58; 11,19; 22,20.</div><div class="s1">Persecuci&#243;n de la Iglesia</div><div class="p">Aquel mismo d&#237;a se desat&#243; una violenta persecuci&#243;n contra la iglesia de Jerusal&#233;n. Todos los fieles, a excepci&#243;n de los ap&#243;stoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samar&#237;a. 2Unos hombres piadosos enterraron el cuerpo de Esteban y lloraron sentidamente su muerte. 3Mientras tanto, Saulo asolaba la Iglesia: irrump&#237;a en las casas, apresaba a hombres y mujeres y los met&#237;a en la c&#225;rcel.#9,1-2.13; 22,4; 26,9-11; 1 Co 15,9; Ga 1,13.23; Flp 3,6; 1 Tm 1,13-14.</div><div class="ms1">II. Testigos en Judea y Samar&#237;a (8,4&#8211;12,25)</div><div class="ms2">Evangelizaci&#243;n de Samar&#237;a (8,4-40)</div><div class="s1">Felipe en Samar&#237;a</div><div class="p"> 4Los disc&#237;pulos que tuvieron que dispersarse iban de pueblo en pueblo anunciando el mensaje. 5Felipe, en concreto, lleg&#243; a la ciudad de Samar&#237;a y les predicaba al Mes&#237;as.#6,5; 8,26-40 (ver 21,8). 6La gente en masa escuchaba con atenci&#243;n a Felipe, pues hab&#237;an o&#237;do hablar de los milagros que realizaba y ahora los estaban viendo. 7Hubo muchos casos de esp&#237;ritus malignos que abandonaron a sus v&#237;ctimas lanzando alaridos; y numerosos paral&#237;ticos y cojos fueron tambi&#233;n curados#Mt 10,1; Mc 6,7; 16,17., 8de manera que la ciudad se llen&#243; de alegr&#237;a.#2,46; 5,41; 8,39; 13,48; 15,3.31; 16,34 (ver Lc 1,14).</div><div class="s1">Sim&#243;n, el mago</div><div class="p"> 9Desde hac&#237;a tiempo, se encontraba en la ciudad un hombre llamado Sim&#243;n, que practicaba la magia y ten&#237;a asombrada a toda la poblaci&#243;n de Samar&#237;a. Se las daba de persona importante#13,6-12. 10y gozaba de una gran audiencia tanto entre los peque&#241;os como entre los mayores. &#171;Ese hombre &#8212;dec&#237;an&#8212; es la personificaci&#243;n del poder divino: eso que se llama el Gran Poder&#187;. 11Y lo escuchaban encandilados, porque durante mucho tiempo los hab&#237;a tenido asombrados con su magia. 12Pero cuando Felipe les anunci&#243; el mensaje acerca del reino de Dios y de la persona de Jesucristo, hombres y mujeres abrazaron la fe y se bautizaron.#1,5; 2,41. 13Incluso el propio Sim&#243;n crey&#243; y, una vez bautizado, ni por un momento se apartaba de Felipe; contemplaba los milagros y los portentosos prodigios que realizaba y no sal&#237;a de su asombro.</div><div class="s1">Pedro y Juan en Samar&#237;a</div><div class="p"> 14Cuando los ap&#243;stoles que estaban en Jerusal&#233;n se enteraron de que Samar&#237;a hab&#237;a acogido favorablemente el mensaje de Dios, enviaron all&#225; a Pedro y a Juan. 15Llegaron estos y oraron por los samaritanos para que recibieran el Esp&#237;ritu Santo, 16pues a&#250;n no hab&#237;a descendido sobre ninguno de ellos; &#250;nicamente hab&#237;an sido bautizados en el nombre de Jes&#250;s, el Se&#241;or.#2,38. 17Les impusieron, pues, las manos y recibieron el Esp&#237;ritu Santo.#6,6; 19,6; Mt 9,18; Mc 5,33; 1 Tm 4,14.</div><div class="p"> 18Al ver Sim&#243;n que cuando los ap&#243;stoles impon&#237;an las manos se impart&#237;a el Esp&#237;ritu,#8,18: el Esp&#237;ritu: Numerosos mss., varios de reconocido valor, a&#241;aden: Santo. les ofreci&#243; dinero, 19diciendo:</div><div class="p">&#8212;Concededme tambi&#233;n a m&#237; el poder de que, cuando imponga las manos a alguno, reciba el Esp&#237;ritu Santo.</div><div class="p"> 20&#8212;&#161;Al infierno t&#250; y tu dinero! &#8212;le contest&#243; Pedro&#8212;. &#191;C&#243;mo has podido imaginar que el don de Dios es un objeto de compraventa? 21No es posible que recibas ni tengas parte en este don, pues Dios ve que tus intenciones son torcidas.#Sal 78,37. 22Arrepi&#233;ntete del mal que has hecho y pide al Se&#241;or que, si es posible, te perdone el haber abrigado tal pensamiento. 23Veo que la envidia te corroe y la maldad te tiene encadenado.#Dt 29,17; Jr 4,18.</div><div class="p"> 24Sim&#243;n respondi&#243;:</div><div class="p">&#8212;Orad por m&#237; al Se&#241;or para que nada de lo que hab&#233;is dicho me suceda.#Ex 8,4.24.</div><div class="p"> 25Una vez que Pedro y Juan cumplieron su misi&#243;n de testigos y proclamaron el mensaje del Se&#241;or, emprendieron el regreso a Jerusal&#233;n, anunciando de paso el evangelio en muchas poblaciones samaritanas.</div><div class="s1">Felipe y el ministro de la reina de Etiop&#237;a</div><div class="p"> 26Un &#225;ngel del Se&#241;or dio a Felipe estas instrucciones:</div><div class="p">&#8212;Ponte en camino y dir&#237;gete hacia el sur por la ruta que va desde Jerusal&#233;n hasta Gaza, la ruta del desierto.</div><div class="p"> 27Felipe parti&#243; sin p&#233;rdida de tiempo. A poco divis&#243; a un hombre, que result&#243; ser un eunuco et&#237;ope, alto funcionario de Candace, reina de Etiop&#237;a, de cuyo tesoro era administrador general. Hab&#237;a venido en peregrinaci&#243;n a Jerusal&#233;n 28y ahora, ya de regreso, iba sentado en su carro leyendo el libro del profeta Isa&#237;as. 29El Esp&#237;ritu dijo a Felipe:</div><div class="p">&#8212;Adel&#225;ntate y ac&#233;rcate a ese carro.</div><div class="p"> 30Felipe corri&#243; hacia el carro y, al o&#237;r que su ocupante le&#237;a al profeta Isa&#237;as, le pregunt&#243;:</div><div class="p">&#8212;&#191;Entiendes lo que est&#225;s leyendo?</div><div class="p"> 31El et&#237;ope respondi&#243;:</div><div class="p">&#8212;&#191;C&#243;mo puedo entenderlo si nadie me lo explica?</div><div class="p">E invit&#243; a Felipe a subir al carro y sentarse a su lado.#Rm 10,14. 32El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este:</div><div class="b"></div><div class="q"> Como oveja fue llevado al sacrificio;</div><div class="q"> y como cordero que no abre</div><div class="q"> la boca ante el esquilador,</div><div class="q"> tampoco &#233;l despeg&#243; sus labios.#Is 53,7-8.</div><div class="q"> 33 Por ser humilde no se le hizo justicia.</div><div class="q"> Nadie hablar&#225; de su descendencia,</div><div class="q"> porque fue arrancado del mundo de los vivos.</div><div class="b"></div><div class="p"> 34El et&#237;ope pregunt&#243; a Felipe:</div><div class="p">&#8212;Dime, por favor, &#191;de qui&#233;n habla el profeta, de s&#237; mismo o de otro?</div><div class="p"> 35Felipe tom&#243; la palabra y, partiendo de este pasaje de la Escritura, le anunci&#243; la buena noticia de Jes&#250;s.#5,42; Lc 24,27. 36Prosiguieron su camino y, al llegar a un lugar donde hab&#237;a agua, dijo el et&#237;ope:</div><div class="p">&#8212;Mira, aqu&#237; hay agua. &#191;Hay alg&#250;n impedimento para bautizarme#8,36: para bautizarme: Algunos mss., aunque no los m&#225;s antiguos y mejores, a&#241;aden aqu&#237; el v. 37, que dice: Respondi&#243; Felipe: &#171;No lo hay si crees con toda sinceridad&#187;. El et&#237;ope contest&#243;: &#171;Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios&#187;. ?#10,47; Mt 28,19.</div><div class="p"> 38El et&#237;ope mand&#243; parar el carro; bajaron ambos al agua y Felipe lo bautiz&#243;. 39Apenas salieron del agua, el Esp&#237;ritu del Se&#241;or arrebat&#243; a Felipe, y el et&#237;ope no volvi&#243; a verlo, pero sigui&#243; su camino lleno de alegr&#237;a.#8,8; 1 Re 18,12; Lc 24,31-32. 40Felipe, a su vez, se encontr&#243; en Azoto, circunstancia que aprovech&#243; para anunciar el evangelio en las ciudades por las que fue pasando hasta llegar a Cesarea.#21,8.</div>
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