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DÍA 5 – EL SABBAT Y EL RECUERDO

Observa el día sábado, y conságraselo al SEÑOR tu Dios, tal como él te lo ha ordenado. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero observa el séptimo día como día de reposo para honrar al SEÑOR tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu burro, ni ninguno de tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. De ese modo podrán descansar tu esclavo y tu esclava, lo mismo que tú. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el SEÑOR tu Dios te sacó de allí con gran despliegue de fuerza y de poder. Por eso el SEÑOR tu Dios te manda observar el día sábado.

(Deuteronomio 5, 12-15)

MEDITACIÓN

Este pasaje bíblico es la declaración del cuarto mandamiento. El Señor nos instruye a guardar el Sabbat, el día de reposo luego de seis días de trabajo – un día para renovarse. En el centro del reposo está el llamado a recordar: «Recuerda» (Deuteronomio 5, 15). El Sabbat y la remembranza están profundamente relacionados, pero ¿Cómo y por qué?

¡Recordemos que el sistema de un día de reposo semanal para todos no tuvo paralelos en ninguna civilización antigua! Los griegos creían que los judíos eran ociosos porque demandaban un día libre cada semana. ¡Qué extraordinario regalo de Dios es el Sabbat!

«Debes recordar» dos realidades. Primero que nada: eras un esclavo en Egipto. Segundo: El Señor, tu Dios te ha sacado de Egipto. En otras palabras: Primero, fuiste privado de tu libertad y segundo, el Señor te ha liberado. ¡El Sabbat nos recuerda que podemos vivir libres de la esclavitud gracias a Dios! El cuarto mandamiento aborda el tema de la libertad, ¡específicamente la libertad de la esclavitud de nuestro propio trabajo!

¡Libertad! Cada año recuerdo el 8 de mayo de 1945. Mi padre había sido reclutado por el régimen Nazi y tuvo que trabajar día y noche. Cuando escuchó secretamente a la BBC y escuchó del avance de las tropas norteamericanas, voló y llegó a su pueblo natal en Luxemburgo en el previamente mencionado día de tregua. De la esclavitud nazi a la libertad, él estuvo agradecido sobremanera con sus libertadores. Cada experiencia de libertad se vuelve parte de nuestra identidad y se convierte en un testimonio.

Antes de que Jesús se me revelara, cada día vivía con miedo. Cuando el Espíritu Santo vino a vivir en mi corazón, vino a impartir la paz de Cristo en lo más profundo de mi ser. ¡Esta clase de paz permanece! La liberación de mi más profundo miedo: mi identidad en Cristo ¡Ese es mi testimonio que recuerdo y comparto con otros!

Recuérdalo, pero no solo para ti: en el Sabbat, sirvientes, esclavos e incluso extraños deben descansar con nosotros (Deuteronomio 5, 15). ¡Recuerda siempre a aquellos que sufren esclavitud y todavía no han recibido su liberación!

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

• Dios, nuestro Padre, no busca tanto trabajadores sino hijos e hijas ¿Qué piensas de este enunciado? ¿Cómo te ayuda el Sabbat a recordar esto?

• ¿Cuáles son tus testimonios de salvación/liberación que disfrutas al recordarlos y compartirlos?

• Para ser libres, debemos recordar ¿Es eso cierto? ¿Cómo lo haces?

• ¿Quiénes son los “esclavos de Egipto” de hoy? ¿Aquellos que no quieres olvidar? ¿Aquellos en quienes quieres invertir tu vida?

TEMAS DE ORACIÓN

• Oramos que Dios, nuestro Padre, siga librándonos del miedo y la esclavitud del pecado en nuestras vidas a través de Cristo Jesús.

• Oramos para aprender a vivir como hijos e hijas de Dios, nuestro Padre, salvados para vivir en el poder del Espíritu Santo y acorde con la Palabra de Dios.

• Oramos para que la gratitud y, por ende, la alegría crezcan en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestras iglesias.

• Oramos por la liberación de los esclavos de la modernidad (niños soldados, víctimas de la trata humana y tráfico de niños, etc.).

• Oramos por el apoyo de Dios y la liberación de aquellos aprisionados en este mundo debido a sus creencias.

ORACIÓN RECOMENDADA

Gracias, Padre: ¡No! No me has dado un espíritu de esclavitud que me guía nuevamente a vivir en miedo, sino que me has dado un espíritu de adopción que me hace tu hijo, tu hija. Por eso digo fuerte y claro “¡Abba! Padre”. Es real, porque tu Espíritu testifica que soy tuyo, tuya. Jesús, soy quien heredó tu vida y tu corazón. Envíame a liberar y traer de vuelta a aquellos que amas hacia nuestro Padre. Y si debo sufrir contigo, lo recibiré, porque entonces tu gloria será revelada, ahora y por la eternidad. Amén. (Romanos 8: 14.17).

Autor

Paul Hemes, Suiza