La esposa influencerMuestra

Hay que entender que cuando Dios llama a un matrimonio, los llama como tal, y no de manera individual. Es decir, la visión es la misma tanto para el esposo como para la esposa. Esta unión permite que no haya “competencia” entre los cónyuges, sino “complemento”, es por eso que la Biblia califica a la mujer como “ayuda idónea” (véase Génesis 2:18).

¿Pero qué significado tiene esto? No quisiera dejar de abordar este tema, porque no faltan los que sostienen que la mujer debe ser funcional al hombre, es decir, que debe estar “subordinada a”, y no es así. Veamos en detalle. “Ayuda idónea” es Ezer Kenegdo en hebreo. Como habrás sospechado, “Ezer” significa “ayuda”, y muchas veces el Antiguo Testamento hace uso de este vocablo para referirse al socorro divino. Por ejemplo, aquel conocido pasaje que dice: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” (Salmo 121:1-2). Aquí “socorro” (o ayuda) es “Ezer”. Es decir, de funcional no tiene nada, porque Dios no está sujeto a nosotros en el sentido de que el Señor es soberano, sino que nosotros somos los que estamos subordinados a Él.

Ahora bien, la traducción literal de “Kenegdo” sería “en frente de” o “ante la mirada de”, lo cual da la idea de 2 personas, en este caso Adán y Eva, que en igualdad de condiciones, se miran el uno al otro. Para ser sintéticos, “Ayuda idónea” significa que la mujer que mira de frente a su esposo le brinda ayuda. En pocas palabras, Ezer Kenegdo consiste en apoyarse el uno al otro para cumplir el propósito de Dios para sus vidas.

El propósito divino para Abraham y Sara era claro. “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Génesis 12:1-2).

Pero, en cierto momento de su vida, la frustración invadió su corazón, y cedió terreno al enojo. Es como se sintió relegada. De a ratos llegó a pensar que ella podía estar no involucrada en esta visión de bendición y multiplicación. En su afán de darle un hijo a su esposo, hizo que Agar, una de sus esclavas, pasara una noche con su esposo; y cuando le dio un hijo, empezó a odiarla. Definitivamente, Sara necesitaba que Dios la visitara. Es así que un día, Dios apareció a Abraham junto al encinar de Mamré mediante 3 hombres, y convirtió su lamento en risa.

Mientras tanto, ¡cuánto conflicto hubo en la relación entre ella y su esposo Abraham! En cierto momento, fue tanta la desesperación de esta mujer que llegó a decirle a su esposo: “Ya ves que Jehová me ha hecho estéril” (Génesis 16:2). Esto refleja el conflicto de las parejas hoy día cuando uno de los cónyuges no es ministrado lo suficiente por Dios, pues es fácil echarle la culpa siempre al otro. Nota cómo son 2 los que ganan, pero cuando pierden, también son 2 los que pierden. “¡Mi afrenta sea sobre ti!” (Génesis 16:5).

Pero Dios se acordó de Sara, la ministró, y su lamento se tornó en gozo. Dios la hizo reír. “Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo” (Génesis 21:6).

Esposa influencer, tú tienes que estar bien primero. Si tú eres feliz, puedes transmitir esa felicidad a tu esposo. Deja que sea Dios quien te sane de tus heridas emocionales. En lo personal, pienso que el problema de un matrimonio surge a partir de que uno de los cónyuges intenta proyectar sus frustraciones en el otro, y se crea una especie de división, ya que el problema pocas veces no es del otro, sino de uno mismo.

Tu esposo no es el enemigo a derribar. Dios los ha unido con un propósito supremo de la misma forma en que unió a Abraham y a Sara. Y es en esa profunda comprensión en cuanto al concepto de “complemento” de Génesis 2:18, que Dios guarda una tremenda bendición. “Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué” (Isaías 51:2). Por lo tanto, compleméntense el uno al otro. Forma un equipo imbatible. Cumple el propósito de Dios como matrimonio, y sé de inspiración divina. Tú tienes la promesa de Dios que dice que te bendecirá y te multiplicará.