5 Pautas Para No DesmayarMuestra
Esperanza fundamentada en Sus hechos
Terminamos el plan de reflexión como lo empezamos: reconociendo que hubiésemos desmayado si no creyésemos que veremos la bondad del Señor en la tierra de los vivientes.
El cristiano forma parte de la comunidad de la esperanza, y mira al futuro con ojos diferentes, lo que le ayuda a transitar su presente. Sin embargo, a pesar de lo que muchos parecen entender por el concepto de fe, no hay nada “ciego” en ese tipo de confianza cristiana, sino que está fundamentada en los hechos de Jehová, y cómo Él ha sido bueno con nosotros siempre.
Ya apuntábamos en días anteriores que vivir por fe y no por vista no significa que no hayamos de tener cuidado con dónde posamos los ojos. De hecho, escoger bien dónde miramos resulta absolutamente fundamental, porque lo único que puede sostenernos de desmayar es dirigir nuestra mirada hacia lo que el Señor es y ha hecho por nosotros hasta aquí. “Mi ayuda has sido”, dice David en el v. 9. Por eso puede decir también que, aunque su padre y madre le dejaran, el Señor le recogería (v.10).
A la luz de lo vivido entre el salmista y Dios, que es mucho, David declara en fe, anticipándose en una esperanza fundamentada en los hechos pasados, que le esconderá en su tabernáculo en el día del mal, que le ocultará en lo reservado de su morada, que lo colocará en alto sobre una roca, y levantará su cabeza sobre los enemigos que le rodean (vv. 5 y 6).
La anticipación de David no se reduce, por cierto, solamente a los hechos que da por hecho que acontecerán de parte de Dios en forma de cuidado, sino que se adelanta a expresar la que será la consecuencia natural en su caso (no sé si tanto en el nuestro, desgraciadamente) de expresar su adoración y alabanza por esa la acción del Señor.
Los enemigos de David eran muchos, más quizá por ser el ungido de Dios, y alguien conforme a Su corazón. Lo fácil hubiera sido actuar conforme a la naturaleza del miedo y del desánimo. Pero el rostro afirmado de David frente a la dificultad, con claros ecos sobre aquel otro Ungido por excelencia, Jesús mismo, que vencería a todos los enemigos incluida la muerte, nos recuerdan que nuestra esperanza y sostén no están establecidos sobre vanidades ilusorias, sino en que esperamos en Dios. Aliéntese nuestro corazón. Sí, esperemos a Jehová.
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Acerca de este Plan
«En el día del mal», como lo llama David en el salmo 27, muchas cosas pueden suceder, pero una de las más probables es que desmayemos. La convicción de nuestra fragilidad llega con ímpetu cuando luchamos contra los avatares de la vida y en esos momentos es donde resulta especialmente clave estar bien anclado a Dios. Concretémoslo, entonces, en 5 pasos clave que no pueden faltarnos en esta tarea.
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.com/