Encontrar la luz en tu dolor

Jesús tenía tres amigos muy queridos: María, Marta y Lázaro. Marta, la planificadora, cocinaba para Jesús y sus amigos cada vez que los visitaba. María, curiosa, escuchaba y aprendía de Jesús. Lázaro, su hermano, le invitaba a menudo a su casa.

Cuando Lázaro enfermó, las hermanas mandaron llamar a Jesús. Ciertamente, Él podía curar a Lázaro.

Al enterarse de la noticia, Jesús retrasó su partida dos días. Mientras las hermanas esperaban impacientes la llegada de Jesús, Lázaro murió. Quedaron estupefactas, y las tinieblas del dolor se adueñaron de sus vidas.

Por fin llegaron Jesús y sus discípulos. Marta fue la primera en verlo. Sintiendo el dolor de la ausencia de Jesús, dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto". Ella realmente creía que Jesús podría haber curado a Lázaro.

Para consolar a Marta, Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".

Marta creyó las palabras de Jesús. "Sí", dijo. "Resucitará, en la resurrección del último día".

Desafiando a Marta a pensar en el presente, Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en Mí vivirá, incluso después de morir. Todo el que vive en Mí y cree en Mí no morirá jamás. ¿Crees esto, Marta?".

Aferrándose desesperadamente a su fe, dijo: "Sí, Señor; siempre he creído que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que ha venido al mundo de parte de Dios".

Después, María se encontró con Jesús. "Señor, si hubieras estado aquí", le dijo, "mi hermano no habría muerto".

Jesús lloró cuando vio a Marta y María y a la multitud afligida por Lázaro. Algunos se conmovieron. Otros se preguntaban por qué había esperado. Parecía que había llegado demasiado tarde.

En un momento incómodo, Jesús dijo: "Apartad la piedra". La multitud miraba y se preguntaba. Lázaro había muerto. Su vida había terminado.

Marta respondió con lógica: "Señor, lleva cuatro días muerto. El olor será terrible".

Jesús le dijo: "¿No te dije que verías la gloria de Dios si creías?".

Rezando en voz suficientemente alta para que todos le oyeran, Jesús dio las gracias a su padre por haberle concedido su petición. Luego gritó: "¡Lázaro, sal!". Lázaro salió de la tumba, vivo, envuelto en ropas de sepulcro.

A la multitud conmocionada, Jesús le dijo: "Desenvuélvelo y déjalo ir". Muchos de los judíos creían que Jesús era el Hijo de Dios.

A veces Jesús parece aparecer en el momento oportuno. Otras veces, parece ausente. Jesús podría haberte encontrado junto a la cama de un ser querido y haber hecho un milagro. Podría haberte encontrado en una crisis y haberte salvado. Podría haber restaurado una relación rota. En cambio, parece ausente.

Incluso cuando descienden las tinieblas, Jesús puede darte esperanza. En Romanos 8:28 (NLT), el apóstol Pablo escribe: "Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que aman a Dios y son llamados según el propósito que Él tiene para ellos."

Invita a Jesús a que te muestre Su bondad incluso cuando la vida duele. Confía en Él para que sea tu resurrección y tu vida.

Reflexiona:

¿Cómo esperas hoy que Dios te muestre su bondad?

¿Cómo puedes confiar en que Jesús te llenará de esperanza mientras esperas?

Ora:

Jesús, gracias por ser mi resurrección y mi vida. Gracias porque eres bueno y porque haces que todos los acontecimientos de mi vida sean para bien. Consuela mi corazón y haz que confíe en Ti.

Anne Marie Winz lleva mucho tiempo trabajando en Cru. Le gusta tomar café, leer buenos libros y hablar con sus amigas. Está casada con el increíble Mark Winz.