La Vida Secreta De Jesús

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40 Principios escriturales para un ministerio saludable

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 <div class="book bkGEN">
 <div class="chapter ch23" data-usfm="GEN.23">
 <div class="label">23</div><div class="s1">Muerte y sepultura de Sara</div><div class="p"> 1Sara vivi&#243; ciento veintisiete a&#241;os, 2y muri&#243; en Quiriat Arb&#225;, es decir, en la ciudad de Hebr&#243;n, en la tierra de Cana&#225;n. Abrah&#225;n fue a llorar a su mujer y a hacer duelo por ella. 3Luego sali&#243; de donde estaba el cad&#225;ver de Sara y fue a proponer a los hititas lo siguiente:</div><div class="p"> 4&#8212;Aunque soy un forastero, un extranjero entre vosotros, vendedme una sepultura en propiedad dentro de vuestro territorio para poder enterrar a mi mujer difunta.</div><div class="p"> 5Los hititas le respondieron:</div><div class="p"> 6&#8212;&#161;Esc&#250;chanos, se&#241;or! Nosotros te consideramos un hombre distinguido por Dios. Sepulta a tu mujer difunta en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negar&#225; su sepulcro para que la entierres.</div><div class="p"> 7Puesto en pie, Abrah&#225;n hizo una reverencia ante los hititas, los pobladores del pa&#237;s; 8y les dijo:</div><div class="p">&#8212;Si es vuestra voluntad que entierre aqu&#237; a mi mujer difunta, os ruego que interced&#225;is por m&#237; ante Efr&#243;n, el hijo de Sojar, 9para que me venda la cueva de Macpel&#225;, que se encuentra en el extremo de su campo. Yo le pagar&#233; lo que vale, y as&#237; tendr&#233; una sepultura en propiedad dentro de vuestro territorio.</div><div class="p"> 10Como Efr&#243;n, el hitita, estaba all&#237;, entre ellos, contest&#243; a Abrah&#225;n delante de sus paisanos hititas y de todos los que estaban reunidos a la puerta de la ciudad:</div><div class="p"> 11&#8212;No, se&#241;or m&#237;o, esc&#250;chame bien: te regalo el campo y tambi&#233;n la cueva que est&#225; en &#233;l. Mis paisanos son testigos de que yo te lo regalo. Entierra all&#237; a tu difunta mujer.</div><div class="p"> 12Pero Abrah&#225;n hizo otra reverencia a los habitantes del lugar 13y, teni&#233;ndolos por testigos, dijo a Efr&#243;n:</div><div class="p">&#8212;Esc&#250;chame, por favor: Yo te pago el precio del campo. Ac&#233;ptalo para que yo entierre all&#237; a mi difunta mujer.</div><div class="p"> 14A lo que Efr&#243;n respondi&#243;:</div><div class="p"> 15&#8212;Esc&#250;chame, se&#241;or m&#237;o: &#191;qu&#233; es para ti o para m&#237; un terreno que vale cuatrocientos siclos de plata? Anda, entierra a tu difunta mujer.</div><div class="p"> 16Abrah&#225;n cerr&#243; el acuerdo con Efr&#243;n y le pag&#243; el precio convenido en presencia de los hititas: cuatrocientos siclos de plata de uso corriente entre los comerciantes. 17As&#237; fue como el campo de Efr&#243;n que estaba en Macpel&#225;, frente a Mambr&#233;, junto con la cueva y todos los &#225;rboles frutales que estaban dentro de sus l&#237;mites, 18pasaron a ser propiedad de Abrah&#225;n, teniendo por testigos a los hititas y a todos los que asistieron al trato en la puerta de la ciudad.</div><div class="p"> 19Despu&#233;s de esto, Abrah&#225;n enterr&#243; a Sara en la cueva del campo de Macpel&#225;, frente a Mambr&#233;, es decir, en Hebr&#243;n, en la tierra de Cana&#225;n. 20De esta manera, los hititas cedieron a Abrah&#225;n, como sepultura en propiedad, tanto el campo como la cueva ubicada en &#233;l.</div>
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 <div class="book bkMAT">
 <div class="chapter ch7" data-usfm="MAT.7">
 <div class="label">7</div><div class="s1">No juzgar a la ligera</div><div class="r">(Lc 6,37-38.41-42)</div><div class="p"> 1No juzgu&#233;is a nadie, para que Dios no os juzgue a vosotros.#Rm 2,1; 14,10; Stg 4,11-12 (ver 1 Co 5,12). 2Porque del mismo modo que juzgu&#233;is a los dem&#225;s, os juzgar&#225; Dios a vosotros, y os medir&#225; con la misma medida con que vosotros mid&#225;is a los dem&#225;s.#Mc 4,24. 3&#191;Por qu&#233; miras la brizna que tiene tu hermano en su ojo y no te fijas en el tronco que tienes en el tuyo? 4&#191;C&#243;mo podr&#225;s decirle a tu hermano: &#171;Deja que te saque la brizna que tienes en el ojo&#187;, cuando tienes un tronco en el tuyo? 5&#161;Hip&#243;crita! Saca primero el tronco de tu ojo, y entonces podr&#225;s ver con claridad para sacar la brizna del ojo de tu hermano.</div><div class="p"> 6No entregu&#233;is las cosas sagradas a los perros, ni ech&#233;is vuestras perlas a los cerdos, pues las pisotear&#225;n y, revolvi&#233;ndose, os har&#225;n pedazos.</div><div class="s1">Orar con confianza</div><div class="r">(Lc 11,9-13)</div><div class="p"> 7Pedid, y Dios os atender&#225;; buscad, y encontrar&#233;is; llamad, y Dios os abrir&#225; la puerta.#Mc 11,24; Jn 14,13-14; 15,7; 16,23-24; Stg 1,5; 1 Jn 3,22; 5,14-15. 8Pues todo el que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, Dios le abrir&#225; la puerta. 9&#191;Qui&#233;n de vosotros, si su hijo le pide pan, le dar&#225; una piedra? 10&#191;O si le pide pescado, le dar&#225; una serpiente? 11Pues si vosotros, que sois malos, sab&#233;is dar cosas buenas a vuestros hijos, &#161;cu&#225;nto m&#225;s vuestro Padre que est&#225; en los cielos se las dar&#225; tambi&#233;n a quienes se las pidan!</div><div class="s1">La regla de oro</div><div class="r">(Lc 6,31)</div><div class="p"> 12Portaos en todo con los dem&#225;s como quer&#233;is que los dem&#225;s se porten con vosotros. &#161;En esto consisten la ley de Mois&#233;s y las ense&#241;anzas de los profetas!#5,17; 11,13; 22,40; Lc 16,16 (ver 24,44); Jn 1,45; Hch 13,15; 24,14; 28,23; Rm 3,21; 13,8-10.</div><div class="s1">Dos puertas y dos caminos</div><div class="r">(Lc 13,24)</div><div class="p"> 13Entrad por la puerta estrecha. La puerta que conduce a la perdici&#243;n es ancha, y el camino f&#225;cil, y muchos son los que pasan por ellos. 14En cambio, es estrecha la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que lo encuentran.#ver Hch 14,22.</div><div class="s1">Los falsos profetas</div><div class="r">(Lc 6,43-44)</div><div class="p"> 15Tened cuidado con los falsos profetas. Se acercan a vosotros haci&#233;ndose pasar por ovejas, cuando en realidad son lobos feroces.#10,16; 24,11; Ez 22,27; Lc 6,26; Jn 10,12; Hch 20,29; 2 Pe 2,1; 1 Jn 4,1 (ver Ap 16,13; 19,20; 20,10). 16Por sus frutos los conocer&#233;is, pues no pueden recogerse uvas de los espinos, ni higos de los cardos.#ver Stg 3,11-12. 17Todo &#225;rbol sano da buenos frutos, mientras que el &#225;rbol enfermo da frutos malos. 18Por el contrario, el &#225;rbol sano no puede dar fruto malo, como tampoco puede dar buen fruto el &#225;rbol enfermo. 19Los &#225;rboles que dan mal fruto se cortan y se hace una hoguera con ellos.#3,10; Lc 3,9; 13,7-9; Jn 15,6. 20As&#237; pues, tambi&#233;n vosotros conocer&#233;is a los falsos profetas por sus frutos.</div><div class="s1">Entrar o no entrar en el reino de los cielos</div><div class="r">(Lc 6,46; 13,25-27)</div><div class="p"> 21No todos los que dicen: &#171;Se&#241;or, Se&#241;or&#187; entrar&#225;n en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre que est&#225; en los cielos.#5,20; 6,10; Rm 2,13; 1 Jn 2,17. 22Muchos me dir&#225;n en el d&#237;a del juicio: &#171;Se&#241;or, Se&#241;or, mira que en tu nombre hemos profetizado, y en tu nombre hemos expulsado demonios, y en tu nombre hemos hecho muchos milagros&#187;.#Is 2,11; 10,3; Jr 14,14; 27,15; Mc 9,38; Lc 9,49; 1 Co 1,8; 3,13; 1 Ts 5,4; 2 Ts 1,10. 23Pero yo les contestar&#233;: &#171;Me sois totalmente desconocidos. &#161;Apartaos de m&#237;, pues os hab&#233;is pasado la vida haciendo el mal!&#187;.#10,33; 13,41; 24,41; 25,41 (ver 2 Tm 2,12).</div><div class="s1">Par&#225;bola de los dos cimientos</div><div class="r">(Lc 6,47-49)</div><div class="p"> 24Todo aquel que escucha mis palabras y obra en consecuencia, puede compararse a una persona sensata que construy&#243; su casa sobre un cimiento de roca viva.#5,19; Stg 1,22-24. 25Vinieron las lluvias, se desbordaron los r&#237;os y los vientos soplaron violentamente contra la casa; pero no cay&#243;, porque estaba construida sobre un cimiento de roca viva. 26En cambio, todo aquel que escucha mis palabras, pero no obra en consecuencia, puede compararse a una persona necia que construy&#243; su casa sobre un terreno arenoso. 27Vinieron las lluvias, se desbordaron los r&#237;os y los vientos soplaron violentamente contra la casa, y esta se hundi&#243; terminando en ruina total.#ver Ez 13,11.</div><div class="s1">Conclusi&#243;n del discurso</div><div class="p"> 28Cuando Jes&#250;s termin&#243; este discurso, la gente estaba profundamente impresionada por sus ense&#241;anzas, 29porque los ense&#241;aba con verdadera autoridad y no como los maestros de la ley.</div>
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