El Jesús De Los MarginadosMuestra
El día más feliz
Imaginemos un día radiante, donde los rayos de sol se cuelan por la ventana, un delicioso postre en la boca o el canto de los pájaros llenando el aire. Estos pequeños placeres de la vida cotidiana pueden dibujar una sonrisa en nuestro rostro y hacernos sentir felices.
Un "día feliz" no se define por un regalo material o un logro personal, sino por la experiencia profunda de la sanación, la liberación y la restauración de la esperanza. En el Evangelio de Lucas 7:22, Jesús describe este día como un momento de transformación radical: "Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia".
Sin embargo, para los campesinos palestinos del primer siglo, un "día feliz" era algo muy diferente. Estos hombres y mujeres, que habitaban en aldeas empobrecidas, eran marginados y excluidos de la sociedad. Su condición de pobreza y enfermedad les había arrebatado la esperanza, dejándolos en un estado de profunda desolación.
En medio de esta oscuridad, una profecía ancestral (Isaías 61: 1-2) anunciaba la llegada de un Mesías que traería luz a los lugares oscuros, liberaría a los prisioneros, devolvería la vida a los muertos, haría saltar a los paralíticos y permitiría a los ciegos ver. Jesús, el Mesías esperado, llegó al mundo para cumplir esta promesa y transformar la vida de los más necesitados.
La mayor desgracia de los ciegos era no poder captar la vida de su entorno porque perdían contacto con la realidad; la mayor tragedia de los paralíticos era no poder trabajar, moverse o actuar, ni bailar, ni caminar ni peregrinar hacia Jerusalén; la mayor desdicha de los sordos era su incapacidad para comunicarse, no pueden hablar, bendecir ni cantar, solo se escuchan a sí mismos; el mayor desconsuelo de los endemoniados es vivir sometidos a un poder desconocido que los atormenta sin poder defenderse de él.
La enfermedad que sufrían estos campesinos no era solo física. Su condición los aislaba de la comunidad y los hacía sentir abandonados por Dios. Según las creencias de la época, la enfermedad era un castigo divino por los pecados cometidos por ellos o por sus antepasados. Esta carga espiritual agravaba aún más su sufrimiento.
Pero llega un momento en su historia cuando unas palabras, un toque, un gesto, una pausa, irrumpe en su cotidianidad y lo cambia todo. Jesús, el que vino no por los justos, ni por sanos, sino por los pecadores y enfermos, se acerca ellos y los trata con bondad, anunciando la llegada del reino de los Cielos: Dios mismo está aquí.
Para ellos su día feliz suena a ¡Amigo, tus pecados quedan perdonados! ¡No llores! ¡Levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa! ¡Joven, te ordeno que te levantes! ¡Si quiero, queda limpio! ¡Vuelve a tu casa! Su día feliz no solo fueron palabras sino acciones que iban en contra de todo lo que conocían en ese tiempo. Cada milagro era una señal del poder y el amor de Dios, y una fuente de esperanza para los que habían perdido la fe.
Su día feliz no solo fue recibir su sanidad sino poder nuevamente estar en comunión con el Padre, saber que nunca fueron abandonados, recibir la gracia y perdón del Evangelio, poder retornar a su hogar, a su familia, a su comunidad, poder ser parte de las ceremonias de la sinagoga y el templo, tener la posibilidad de un trabajo, de una esposa e hijos, poder recuperar la dignidad que habían perdido. Este es el evangelio, este fue el mensaje que Jesús trajo a los enfermos y marginados
Tu también puedes tener tu día feliz, pues no hay mayor enfermedad que la produce el pecado, esta enfermedad es terminal y te llevará a la muerte, te incapacita y debilita, te roba tu dignidad, te enceguece, te quita las posibilidades de cantar y ser feliz.
Jesús vino a sanar y salvar a los que se habían perdido. Hoy puede ser tu día feliz o el de alguien a quien le anuncias este mensaje. Aun Jesús recorre nuestra calles sanando, liberando, perdonando.
Te invito a reflexionar sobre tu propia condición. ¿Te sientes enfermo, solo o abandonado? El Evangelio de Jesús te ofrece la oportunidad de experimentar un "día feliz", una transformación profunda que te llenará de paz, alegría y esperanza.
Hoy, como en tiempos de Jesús, la sanidad, la liberación y el perdón siguen siendo posibles. No dudes en abrir tu corazón a la Buena Noticia y permitir que Jesús transforme tu vida. Él está aquí, recorriendo nuestras calles, sanando, liberando y perdonando.
Escritura
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