En El PrincipioMuestra

Hermano contra hermano.

Entonces el SEÑOR dijo a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel?». Y él respondió: «No sé. ¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?» (Gen. 4.9).

Nuestra historia nos dice de dónde venimos y nos enseña a entender dónde estamos, a la vez que nos hace reflexionar sobre dónde queremos ir.

Uno de mis hijos, me motivó a leer uno de sus libros de la universidad: "¡Basta de historias!". Es un agudo viaje periodístico alrededor del mundo sobre la forma en que muchos países subdesarrollados salieron adelante y se pusieron a la vanguardia en el último siglo, gracias a la educación.

Lo triste es reconocer que la Guerra Civil en muchos países del mundo involucró a hermanos luchando contra hermanos, no solo simbólicamente, sino a veces literalmente, bien sea por afiliación a algún partido político o a algún sistema religioso.

A la par fui avanzando en mi estudio del libro de Génesis, quedé sorprendido al descubrir que este tipo de conflicto entre hermanos, se remonta a los primeros hermanos de la Biblia, Caín y Abel. Luego que sus Padres, Adán y Eva, fueran expulsados del jardín del Edén.

Fue impactante para mí, darme cuenta de que esta forma de pecado se ha infiltrado desde entonces en todo aquello que tenga que ver con la familia o la vida comunitaria, porque a medida que los hermanos y hermanas, se resienten y se lastiman entre sí, tristemente las relaciones se destruyen y en oportunidades hasta con daños irreparables.

En el caso de los primeros hermanos, trágicamente terminó en muerte, porque el Señor decidió mirar con agrado a Abel y a Su ofrenda, más no así, a Caín y a su ofrenda. Y no es de extrañar porque la ofrenda, el regalo, la dádiva del corazón de Abel para Dios se hizo en fe, en devoción y en sumisión a Dios, y no en el esfuerzo como obra, como fue el caso de Caín (He.11:4).

Y como reacción a esto, los celos, la envidia, y el resentimiento de Caín hacia su hermano, lo llevaron a quitarle la vida. La ira de Caín, sin duda, tenía sus raíces en el orgullo. No podía soportar que su hermano fuera aceptado delante de Dios y él no. (Gen.4:3-8).

Me pregunto, ¿será qué este tipo de pecado también se ve hoy en el corazón de quienes nos decimos cristianos, nos da celos a lo mejor al ver que nuestro hermano brilla más que nosotros, o tiene más favor de Dios que el que yo pueda tener?

El libro de Romanos es quizás el tratado más exquisito que se haya escrito jamás sobre la gracia de Dios. En él, Pablo reúne a los seres humanos en cuatro grandes grupos, los hedonistas (Rom.1:18-32), los criticones busca faltas (Rom. 2:1-11) los legalistas, aquellos que en la fe se creen, superiores a los demás (Rom. 2:17-3:20) y los creyentes que vivimos por gracia (Rom. 3:21.25).

Al articular todas mis ideas llegué a las siguientes conclusiones:

El hedonista en su amor por el mundo y los placeres del mundo, canjea la perla de gran valor, la casa del Padre, por un palacio, un tugurio de cartón que brilla por los rayos del sol.

El problema con el legalista es que tiene que construir su propia escalera para la salvación, cree que debe ayudarle a Dios, no solo trayendo pesadas cargas de obras para él mismo, sino también para otros, su mayor deleite es esgrimir la ley no como un arma de defensa, sino como una espada presta a cortar cabezas.

El criticón por su parte, esta tan exhorto en buscar los errores y pecados del otro, que su viga en su ojo no le permite ver la gracia que Dios ha depositado en él, por consiguiente, vive amargado. Creería que este fue el caso de Caín.

Pero el que vive por gracia sabe que, favor ganado no es favor , y misericordia ganada no es misericordia. Por tanto, reconoce que no es perfecto, pero que es perdonado, por consiguiente vive por gracia en la casa del Padre (Mt.9:13).

…Ahhh y tal vez a estas alturas, quisieras preguntar: Juan, ¿dónde se encuentran estos personajes?

Verás, el primero, en los after party. El segundo, en oportunidades se camufla en la iglesia bajo sus aspavientos de santidad, y el tercero le encanta sentarse en la silla de escarnecedores y ser juez…

Y, ¿qué dice Pablo al respecto?

“Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno" (Romanos 12:3).

¡Medita en esto!

Por, JCC y Equipo TopCristianos

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