El tesoro

¿Qué es para ti un tesoro? ¿Sientes que ya tienes un tesoro? ¿Cómo te sentirías si pierdes ese tesoro?

El mayor tesoro que Dios me ha dado es la salvación, pero el mayor tesoro que me ha permitido hallar es tener mi propia familia. Vengo de una familia muy numerosa, junto a mis hermanos crecí rodeada de mis tíos, tías, primas y primos. Todos vivíamos en el mismo barrio y podíamos llegar a las casas del otro, ya fuera caminando o en bicicleta. Crecí rodeada de amor, eso no lo puedo negar.

Sin embargo, cuando ya era adulta sentía que era tiempo de crear mi propia familia. Anhelaba poder casarme y formar mi familia, mi deseo era poder formar algo que fuera solo mío. No sé si era mi pensar egoísta en ese momento, pero recuerdo que cuando conocí a mi esposo le conté ese anhelo. Le dije que sentía que no había nada que me perteneciera, algo que fuera mío de verdad y que anhelaba que juntos pudiéramos crear algo así.

Aunque ahora sé que mi familia no es algo que yo creé, sino que es algo que estaba en el plan de Dios y que Él lo tenía diseñado para mi esposo y para mí. El vivir juntos y criar a nuestros dos hijos es el mayor tesoro de todos. La vida de nuestros hijos será influenciada por nuestras acciones, palabras y decisiones. Sus corazones son más valiosos que el mismo oro, por eso no debemos desperdiciar el tiempo junto a ellos.

“Crecen, muy rápido”, eso decimos todos los que somos padres, y es verdad. El tiempo pasa muy de prisa y no queremos lamentarnos el haberlo perdido. Si algo ha rendido buenos frutos es haber tenido el control de la crianza de nuestros hijos, ellos son nuestra responsabilidad y no lo delegamos en nadie más. Ha sido difícil, muy sacrificado, pero hasta ahora nos ha llenado de grandes satisfacciones. Sabemos que estamos criando hombres que aportarán a la sociedad y al Reino de Dios en la tierra. No somos una familia perfecta, somos un grupo de personas que vivimos conscientes de que nuestras vidas tienen impacto en los demás y que nuestra historia no termina aquí, sino que continua en la eternidad.

No menospreciemos el tesoro familiar. A la hora de la verdad, en los momentos de crisis, enfermedad, pérdidas o dificultad lo que más añoramos es la compañía y el amor de nuestros seres queridos. Mi familia y tu familia le pertenecen a Dios. La familia es una institución poderosa que puede tener impacto y provocar cambios en la sociedad. Defendamos la familia, protejamos el tesoro. Valoremos la presencia de cada familiar en nuestras vidas.

Sigue el mapa, camina confiado en la búsqueda del tesoro y cuídalo.

La familia es parte del plan de Dios, cuidemos el corazón de cada miembro con celo, amemos bajo el filtro de la Palabra de Dios y que nuestras acciones le muestren al mundo que somos ricos, que tenemos un gran tesoro familiar. ¡Aleluya!