Votos rotos y promesas incumplidasMuestra
“… Cumple los votos que le has hecho al Altísimo”, Salmo 50:14 y Salmo 76:11.
Un voto roto o una promesa incumplida es un pecado muy común hoy en día. La ley mosaica enseñaba: “Cuando un hombre haga una promesa al Señor… o un voto… jamás deberá faltar a su palabra. Tiene que cumplir exactamente con lo que dijo que haría”, Números 30:2-3 (BDA2010, NTV) y Deuteronomio 23:23. Jesús confirmó la seriedad de hacer promesas cuando dijo: “… Cumplirás lo que prometiste al Señor…”, Mateo 5:33 (BDA2010). David expresó: “Cumpliré mis promesas… mis votos pagaré delante de los que le temen”, Salmo 22:25 (NTV, RVA); 56:12; 66:13; 116:14 y 18. Los votos son promesas voluntarias hechas a Dios, a cambio de una bendición.
Existen dos clases de votos:
1) El que promete abstenerse voluntariamente de algo que está permitido.
2) El que promete ofrecer algo a Dios en sacrificio, sin estar obligado.
El voto es una petición respetuosa a Dios y no es una exigencia, pues nadie puede obligar a Dios en ningún sentido. Debemos tener mucho cuidado en cumplir nuestros votos: “Si le pides algo, él te escuchará, y tú cumplirás las promesas que le hagas”, Job 22:27 (DHH) y Salmo 65:1-2. Pero, ¿qué ocurre si no cumplimos lo que hemos prometido? ¡Perdemos la confianza y la relación con Dios queda rota! “¿Quién puede entrar a tu presencia…?... Solo… el que cumpla lo que promete, aunque tenga que sacrificarse para hacerlo”, Salmo 15:1-4 (NTV, PDT).
El incumplimiento de un pacto es considerado una traición. ”Él traicionó… no cumplió sus promesas”, Salmo 55:20 (NTV). Además, incumplir un voto es pecado: “Cuando hagas un voto al SEÑOR… no tardes en cumplir lo que le prometiste… o serás culpable de pecado”, Deuteronomio 23:21 (NTV). Debido a que Dios nos hace responsables de los votos que hacemos, a veces es mejor no hacerlos: “… A Dios no le gusta la gente… que no cumple… Vale más no prometer, que prometer y no cumplir”, Eclesiastés 5:4-5 (TLA).
Por todo lo dicho: ¡las manos que alzamos en el santuario no son santas, a menos que cumplamos las promesas que nuestros labios han proclamado!
Acerca de este Plan
Solemos hacer fácilmente promesas a Dios y no cumplirlas. Sin ser conscientes de que esto acarrea consecuencias. ¿Cuáles son? Te invitamos a descubrirlo a través de este plan.
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar