Redimidos, Elegidos e HerederosMuestra

La misión de Dios

La misión de Dios desde el principio fue buscar y restaurar lo que se perdió con la caída de la humanidad. Jesús es el cumplimiento de esa misión. La palabra buscar en griego, zēteō, no significa solo buscar, sino hacerlo con diligencia y un profundo deseo. Esto revela el corazón de Dios, que no espera pasivamente, sino que se mueve activamente hacia los perdidos. La misión de Jesús era rescatar a aquellos que estaban en ruina espiritual y moral, alejados del propósito original de Dios.

La palabra salvar en griego, sózó, significa más que simplemente librar de un peligro inmediato. Implica la idea de curación, preservación y restauración total: espiritual, emocional y física. Por lo tanto, cuando Jesús dice que vino a salvar, no solo está rescatando a las personas de la condenación eterna, sino que está ofreciendo curación y renovación en todas las áreas de la vida.

Aquellos que Jesús vino a salvar son descritos como perdidos (en griego, apóllymi), lo que lleva el sentido de destrucción y pérdida total. Sin embargo, Jesús vino para revertir ese destino de pérdida, trayendo vida en abundancia (Juan 10:10). La misión de Dios es, por tanto, una misión de reconciliación y restauración, en la que Él encuentra a los perdidos y los devuelve a la vida.

Como Iglesia, estamos llamados a participar en esa misión. Debemos reflejar el amor diligente de Dios, que busca y alcanza a los espiritualmente perdidos, proclamando la salvación que ofrece Jesús. Así, cada uno de nosotros está invitado a ser un instrumento de sanación y restauración en el mundo.