Plan De Lectura Diaria Con Christian Mael (Diciembre)

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El Dios Que Adoramos 2

El Camino Del Adorador

Testigos Del Milagro: La Primera Navidad

La Palabra (versión española)

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 <div class="chapter ch27" data-usfm="ACT.27.23+ACT.27.24">
 <div class="p">23Pues anoche se me apareci&#243; un &#225;ngel del Dios a quien pertenezco y sirvo, 24y me dijo: &#171;No temas, Pablo. Has de comparecer ante el emperador, y Dios te ha concedido tambi&#233;n la vida de tus compa&#241;eros de navegaci&#243;n&#187;.#18,9; 23,11. </div>
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 <div class="chapter ch27" data-usfm="ACT.27">
 <div class="label">27</div><div class="ms2">Pablo, trasladado a Roma (27,1&#8211;28,31)</div><div class="s1">Pablo embarca para Roma</div><div class="p"> 1Cuando se decidi&#243; que deb&#237;amos embarcar para Italia, entregaron a Pablo, con algunos otros prisioneros, a la custodia de un oficial llamado Julio, que era capit&#225;n de la compa&#241;&#237;a denominada &#171;Augusta&#187;. 2Subimos a bordo de un barco de Adramitio que part&#237;a rumbo a las costas de la provincia de Asia, y nos hicimos a la mar. Nos acompa&#241;aba Aristarco, un macedonio de Tesal&#243;nica. 3Al d&#237;a siguiente hicimos escala en Sid&#243;n, y Julio, que trataba a Pablo con amabilidad, le permiti&#243; visitar a sus amigos y recibir sus atenciones.#24,23; 27,43; 28,2. 4Zarpamos de Sid&#243;n y, como los vientos nos eran contrarios, navegamos al abrigo de la costa chipriota. 5Continuamos nuestra traves&#237;a, navegando ya por alta mar frente a Cilicia y Panfilia, hasta que alcanzamos Mira, en Licia. 6All&#237; encontr&#243; el oficial un buque alejandrino que hac&#237;a la ruta de Italia y nos hizo transbordar a &#233;l.</div><div class="p"> 7Despu&#233;s de muchos d&#237;as de lento navegar, llegamos a duras penas a la altura de Cnido. Pero como el viento no nos permit&#237;a aproximarnos, buscamos el abrigo de la isla de Creta, navegando hacia el cabo Salm&#243;n. 8Cuando lo doblamos, seguimos costeando con dificultad hasta llegar a un punto llamado Buenos Puertos, cerca de la ciudad de Lasea. 9Hab&#237;amos perdido mucho tiempo y resultaba peligroso continuar navegando, pues estaba ya entrado el oto&#241;o. As&#237; que Pablo aconsejaba:</div><div class="p"> 10&#8212;Se&#241;ores, opino que proseguir viaje ahora es arriesgado y puede acarrear graves da&#241;os, no solo a la nave y a su cargamento, sino tambi&#233;n a nosotros mismos.</div><div class="p"> 11Pero el oficial confiaba m&#225;s en el criterio del capit&#225;n y del patr&#243;n del barco que en el de Pablo. 12Como, adem&#225;s, el puerto no era apropiado para invernar, la mayor&#237;a se inclin&#243; por hacerse a la mar y tratar de llegar a Fenice, un puerto de Creta orientado al suroeste y al noroeste, para pasar all&#237; el invierno.</div><div class="s1">La tempestad</div><div class="p"> 13Comenz&#243; a soplar entonces una ligera brisa del sur, por lo que pensaron que el proyecto era realizable; as&#237; que levaron anclas y fueron costeando Creta. 14Pero muy pronto se desencaden&#243; un viento huracanado procedente de la isla, el llamado Euroaquil&#243;n.#(ver Jon 1,4-16; Mt 8,24). 15Incapaz la nave de hacer frente a un viento que la arrastraba sin remedio, nos dejamos ir a la deriva. 16Pasamos a sotavento de Cauda, una peque&#241;a isla a cuyo abrigo logramos con muchos esfuerzos recuperar el control del bote salvavidas. 17Una vez izado a bordo, ci&#241;eron el casco del buque con cables de refuerzo y, por temor a encallar en los bancos de arena de la Sirte, soltaron el ancla flotante y continuaron a la deriva. 18Al d&#237;a siguiente, como arreciaba el temporal, los marineros comenzaron a aligerar la carga. 19Y al tercer d&#237;a tuvieron que arrojar al mar, con sus propias manos, el aparejo de la nave. 20El sol y las estrellas permanecieron ocultos durante muchos d&#237;as y, como la tempestad no disminu&#237;a, perdimos toda esperanza de salvarnos. 21Hac&#237;a tiempo que nadie a bordo probaba bocado; as&#237; que Pablo se puso en medio de todos y dijo:</div><div class="p">&#8212;Compa&#241;eros, deber&#237;ais haber atendido mi consejo y no haber zarpado de Creta. As&#237; hubi&#233;ramos evitado esta desastrosa situaci&#243;n.#27,33. 22De todos modos, os recomiendo ahora que no perd&#225;is el &#225;nimo, porque ninguno de vosotros perecer&#225;, aunque el buque s&#237; se hundir&#225;.#27,41. 23Pues anoche se me apareci&#243; un &#225;ngel del Dios a quien pertenezco y sirvo, 24y me dijo: &#171;No temas, Pablo. Has de comparecer ante el emperador, y Dios te ha concedido tambi&#233;n la vida de tus compa&#241;eros de navegaci&#243;n&#187;.#18,9; 23,11. 25Por tanto, amigos, cobrad &#225;nimo, pues conf&#237;o en Dios, y s&#233; que ocurrir&#225; tal como se me ha dicho. 26Sin duda, iremos a parar a alguna isla.</div><div class="p"> 27A eso de la medianoche del d&#237;a en que se cumpl&#237;an las dos semanas de navegar a la deriva por el Adri&#225;tico, los marineros barruntaron que nos aproxim&#225;bamos a tierra. 28Lanzaron entonces la sonda, y hallaron que hab&#237;a veinte brazas de fondo; poco despu&#233;s volvieron a lanzarla, y hab&#237;a quince brazas. 29Por temor a que pudi&#233;ramos encallar en alg&#250;n arrecife, largaron cuatro anclas por la popa, mientras esperaban con ansia que llegara el amanecer. 30La tripulaci&#243;n intent&#243; abandonar el barco, y arriaron el bote salvavidas con el pretexto de largar algunas anclas por la proa. 31Pero Pablo dijo al oficial y a los soldados:</div><div class="p">&#8212;Si estos no permanecen a bordo, no podr&#233;is salvaros vosotros.</div><div class="p"> 32Entonces, los soldados cortaron los cabos del bote y lo dejaron perderse. 33En tanto amanec&#237;a, rog&#243; Pablo a todos que tomaran alg&#250;n alimento:</div><div class="p">&#8212;Hoy hace catorce d&#237;as &#8212;les dijo&#8212; que est&#225;is en espera angustiosa y en ayunas, sin haber probado bocado. 34Os aconsejo, pues, que com&#225;is algo, que os vendr&#225; bien para vuestra salud; por lo dem&#225;s, ni un cabello de vuestra cabeza se perder&#225;.#1 Sm 14,45; 2 Sm 14,11; Mt 10,30; Lc 12,7.</div><div class="p"> 35Dicho esto, Pablo tom&#243; un pan y, despu&#233;s de dar gracias a Dios delante de todos, lo parti&#243; y se puso a comer.#2,42.46 y 20,7 (ver notas); Mt 14,19 y par.; Lc 22,19 y par. 36Los dem&#225;s se sintieron entonces m&#225;s animados, y tambi&#233;n tomaron alimento.</div><div class="p"> 37En el barco est&#225;bamos en total doscientas setenta y seis personas. 38Una vez satisfechos, arrojaron el trigo al mar para aligerar la nave.</div><div class="s1">El naufragio</div><div class="p"> 39Lleg&#243; el d&#237;a, y los marineros no pudieron reconocer el lugar. Pero distinguieron una ensenada con su playa, y trataron de ver si era posible que la nave recalase all&#237;. 40As&#237; pues, soltaron las anclas y las dejaron irse al fondo; aflojaron luego las amarras de los timones, izaron la vela de proa e, impulsados por el viento, se dirigieron a la playa. 41Pero tocaron en un banco de arena entre dos corrientes y el barco encall&#243;. La proa qued&#243; clavada e inm&#243;vil, en tanto que la popa era destrozada por los golpes del mar.#27,22. 42Entonces, los soldados resolvieron matar a los presos para evitar que alguno de ellos escapara a nado. 43Pero el oficial, queriendo salvar la vida de Pablo, les impidi&#243; llevar a cabo su prop&#243;sito. Orden&#243; que quienes supieran nadar saltaran los primeros por la borda y ganaran la orilla; 44en cuanto a los dem&#225;s, unos lo har&#237;an sobre tablones flotantes y otros sobre restos del buque. De esta forma todos logramos llegar a tierra sanos y salvos.#27,22.24.34.</div>
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Day 29: Faith On Display

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Escritura

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