Entonces Salomón mandó llamar a los ancianos de Israel y a todos los jefes de las tribus —los líderes de las familias patriarcales de los israelitas— para que fueran a Jerusalén. Ellos debían trasladar el arca del pacto del SEÑOR desde su sitio en la Ciudad de David, también conocida como Sion, hasta el templo. Así que todos los hombres de Israel se reunieron ante el rey Salomón durante el Festival de las Enramadas, que se celebra anualmente a comienzos del otoño, en el mes de etanim. Una vez que estaban presentes todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el arca. Los sacerdotes y los levitas trasladaron el arca del SEÑOR, junto con la carpa especial y todos los objetos sagrados que había en ella. Delante del arca, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel sacrificaron ovejas, cabras y ganado, ¡en tal cantidad que fue imposible llevar la cuenta! Luego los sacerdotes llevaron el arca del pacto del SEÑOR al santuario interior del templo —el Lugar Santísimo— y la colocaron bajo las alas de los querubines. Los querubines extendían sus alas por encima del arca y formaban una especie de cubierta sobre el arca y las varas para transportarla. Estas varas eran tan largas que los extremos podían verse desde el Lugar Santo, que está delante del Lugar Santísimo, pero no desde afuera; y allí permanecen hasta el día de hoy. Lo único que había dentro del arca eran las dos tablas de piedra que Moisés había colocado en ella en el monte Sinaí, donde el SEÑOR hizo un pacto con los israelitas cuando partieron de la tierra de Egipto. Al salir los sacerdotes del Lugar Santo, una densa nube llenó el templo del SEÑOR. Los sacerdotes no pudieron seguir con la celebración a causa de la nube, porque la gloriosa presencia del SEÑOR llenaba el templo del SEÑOR. SEÑOR Entonces Salomón oró: «Oh SEÑOR, tú dijiste que habitarías en una densa nube de oscuridad. Ahora te he construido un templo glorioso, ¡un lugar donde podrás habitar para siempre!». Luego el rey se dio vuelta hacia toda la comunidad de Israel, que estaba de pie ante él, y después de bendecir al pueblo, dijo
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