»¡Pero tengan mucho cuidado! Ustedes no vieron una figura del SEÑOR el día que les habló desde en medio del fuego, en el monte Sinaí. Así que no se corrompan haciendo ídolos de ninguna clase, sea con figura de hombre o de mujer, de animales de la tierra o de aves del cielo, de animales pequeños que corren por el suelo o de peces de las profundidades del mar. Además, cuando miren hacia los cielos y vean el sol, la luna y las estrellas —todas las fuerzas del cielo—, no caigan en la tentación de rendirles culto. El SEÑOR su Dios se los dio a todos los pueblos de la tierra. Recuerden que el SEÑOR su Dios los rescató de ese horno de fundir hierro que es Egipto, para convertirlos en su propio pueblo y en su posesión más preciada, y eso es lo que ahora son.
»Sin embargo, el SEÑOR se enojó conmigo por culpa de ustedes. Juró que yo no cruzaría el río Jordán para entrar en la buena tierra que el SEÑOR su Dios les da como su preciada posesión. Ustedes cruzarán el Jordán para apoderarse de la tierra, pero yo no. En cambio, moriré aquí, al oriente del río. Así que asegúrense de no romper el pacto que el SEÑOR su Dios hizo con ustedes. No se hagan ídolos de ninguna imagen ni de ninguna forma, porque el SEÑOR su Dios lo ha prohibido. El SEÑOR su Dios es un fuego devorador; él es Dios celoso.
»En el futuro, cuando tengan hijos y nietos, y hayan vivido en esa tierra por mucho tiempo, no se corrompan haciendo ídolos de ninguna clase. Esa práctica es mala a los ojos del SEÑOR su Dios y provocará su enojo.
»Hoy pongo al cielo y a la tierra como testigos contra ustedes. Si rompen mi pacto, pronto desaparecerán de la tierra que poseerán al cruzar el Jordán. Vivirán allí poco tiempo y después serán destruidos por completo. Pues el SEÑOR los dispersará entre las naciones, donde solo unos pocos sobrevivirán. Allí, en tierra extraña, rendirán culto a ídolos hechos de madera y de hierro, a dioses que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. Sin embargo, desde allí, buscarán nuevamente al SEÑOR su Dios. Y si lo buscan con todo el corazón y con toda el alma, lo encontrarán.
»En un futuro lejano, cuando estén sufriendo todas esas cosas, finalmente regresarán al SEÑOR su Dios y escucharán lo que él les dice. Pues el SEÑOR su Dios es Dios compasivo; no los abandonará, ni los destruirá, ni se olvidará del pacto solemne que hizo con sus antepasados.
»Investiga toda la historia, desde el momento en que Dios creó a los seres humanos sobre la tierra hasta ahora, y busca desde un extremo del cielo hasta el otro. ¿Alguna vez se ha visto u oído algo tan grande como esto? ¿Hay alguna otra nación que haya escuchado la voz de Dios hablar desde el fuego —tal como la escuchaste tú— y haya sobrevivido? ¿Existe algún otro dios que se haya atrevido a sacar a una nación de otra nación y hacerla suya con mano fuerte y brazo poderoso por medio de pruebas, señales asombrosas, milagros, guerras, y hechos aterradores? Eso fue precisamente lo que el SEÑOR tu Dios hizo por ti en Egipto, frente a tus propios ojos.
»Él te mostró esas cosas, para que supieras que el SEÑOR es Dios y que no hay ningún otro. Él te permitió oír su voz desde el cielo para instruirte. Te permitió ver su fuego poderoso aquí, en la tierra, para hablarte desde allí. Debido a que él amó a tus antepasados, quiso bendecir a sus descendientes, así que él mismo te sacó de Egipto con un gran despliegue de poder. Expulsó a naciones mucho más poderosas que tú para establecerte en la tierra de esas naciones y dártela a ti como preciada posesión, así como sucede hoy.
»Entonces recuerda lo siguiente y tenlo siempre presente: el SEÑOR es Dios en los cielos y en la tierra, y no hay otro. Si obedeces todos los decretos y los mandatos que te entrego hoy, les irá bien en todo a ti y a tus hijos. Te doy estas instrucciones para que disfrutes de una larga vida en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da para siempre».