¡Oh, cuánto amo tus enseñanzas! Pienso en ellas todo el día. Tus mandatos me hacen más sabio que mis enemigos, pues me guían constantemente. Así es, tengo mejor percepción que mis maestros, porque siempre pienso en tus leyes. Hasta soy más sabio que los ancianos, porque he obedecido tus mandamientos. Me negué a andar por cualquier mal camino, a fin de permanecer obediente a tu palabra. No me he apartado de tus ordenanzas, porque me has enseñado bien. ¡Qué dulces son a mi paladar tus palabras! Son más dulces que la miel. Tus mandamientos me dan entendimiento; ¡con razón detesto cada camino falso de la vida! Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino. Lo prometí una vez y volveré a prometerlo: obedeceré tus justas ordenanzas. He sufrido mucho, oh SEÑOR; restaura mi vida, como lo prometiste. SEÑOR, acepta mi ofrenda de alabanza y enséñame tus ordenanzas. Mi vida pende de un hilo constantemente, pero no dejaré de obedecer tus enseñanzas. Los malvados me han tendido sus trampas, pero no me apartaré de tus mandamientos. Tus leyes son mi tesoro; son el deleite de mi corazón. Estoy decidido a obedecer tus decretos hasta el final.
Leer Salmos 119
Escuchar Salmos 119
Compartir
Comparar todas las versiones: Salmos 119:97-112
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
Inicio
Biblia
Planes
Videos