Rescátame de mis enemigos, oh Dios; protégeme de los que han venido a destruirme. Rescátame de estos criminales; sálvame de estos asesinos. Me han tendido una emboscada. Enemigos feroces están a la espera, SEÑOR, aunque yo no pequé ni los he ofendido. No hice nada malo, sin embargo, se preparan para atacarme. ¡Despierta! ¡Mira lo que sucede y ayúdame! Oh SEÑOR, Dios de los Ejércitos Celestiales, el Dios de Israel, despierta y castiga a esas naciones hostiles; no tengas misericordia de los traidores malvados. Interludio Salen de noche gruñendo como perros feroces mientras merodean por las calles. Escucha la basura que sale de sus bocas; sus palabras cortan como espadas. Dicen con desdén: «Después de todo, ¿quién puede oírnos?». Pero tú SEÑOR, te ríes de ellos; te burlas de las naciones hostiles. Tú eres mi fuerza; espero que me rescates, porque tú, oh Dios, eres mi fortaleza. En su amor inagotable, mi Dios estará a mi lado y me dejará mirar triunfante a todos mis enemigos.
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