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Cantar de los Cantares 5:6-16

Cantar de los Cantares 5:6-16 NTV

Le abrí a mi amado, ¡pero él ya se había ido! Se me desplomó el corazón. Lo busqué pero no pude encontrarlo. Lo llamé pero no tuve respuesta. Los guardias nocturnos me encontraron mientras hacían sus rondas. Me golpearon y me lastimaron y me arrancaron el velo, aquellos guardias del muro. Oh mujeres de Jerusalén, prométanme: si encuentran a mi amante, díganle que desfallezco de amor. ¿Por qué es tu amante mejor que todos los demás, oh mujer de singular belleza? ¿Qué hace que tu amante sea tan especial para que te hagamos esa promesa? Mi amado es trigueño y deslumbrante, ¡el mejor entre diez mil! Su cabeza es del oro más fino; su cabello ondulado es negro como el cuervo. Sus ojos brillan como palomas junto a manantiales de agua, montados como joyas lavadas en leche. Sus mejillas son como jardines de especias que esparcen aromas. Sus labios son como lirios, perfumados con mirra. Sus brazos son como barras de oro torneadas, adornados con berilo. Su cuerpo es como marfil reluciente; resplandece de lapislázuli. Sus piernas son como columnas de mármol colocadas sobre bases de oro puro. Su porte es majestuoso, como los nobles cedros del Líbano. Su boca es la dulzura misma; él es deseable en todo sentido. Así es mi amante, mi amigo, oh mujeres de Jerusalén.

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