Amen al SEÑOR su Dios y cumplan siempre sus órdenes, estatutos, leyes y mandamientos. Recuerden hoy que fueron ustedes, y no sus hijos, los que vieron y experimentaron la disciplina del SEÑOR su Dios. Ustedes vieron su gran despliegue de fuerza y de poder, y los hechos y señales que realizó contra el faraón, rey de Egipto, y contra toda su tierra. Ustedes vieron lo que hizo contra el ejército de los egipcios y cómo desató las aguas del mar Rojo sobre sus caballos y carros de guerra, cuando estos los perseguían a ustedes. El SEÑOR los destruyó para siempre. Recuerden también lo que él hizo por ustedes en el desierto hasta que llegaron a este lugar. Además, vieron lo que hizo a Datán y Abirán, hijos de Eliab el rubenita, pues en presencia de todo el pueblo hizo que la tierra se abriera y se los tragara junto con sus familias, sus tiendas de campaña y todo lo que les pertenecía. Ciertamente ustedes han visto con sus propios ojos todas las maravillas que el SEÑOR ha hecho.
Por eso cumplan todos los mandamientos que hoy les ordeno para que sean fuertes, puedan cruzar el Jordán y tomar posesión de la tierra, para que vivan mucho tiempo en esa tierra que el SEÑOR juró dar a los antepasados de ustedes y a sus descendientes, tierra donde abundan la leche y la miel. Esa tierra que van a tomar en posesión no es como la de Egipto, de donde salieron; allá ustedes plantaban sus semillas y tenían que regarlas a pie como se riega un huerto. En cambio, la tierra que van a poseer es tierra de montañas y de valles, regada por la lluvia del cielo. El SEÑOR su Dios es quien la cuida; los ojos del SEÑOR su Dios están sobre ella todo el año, de principio a fin.
Si ustedes obedecen fielmente los mandamientos que hoy les doy, si aman al SEÑOR su Dios y le sirven con todo el corazón y con toda el alma, entonces yo enviaré la lluvia oportuna sobre su tierra, en otoño y en primavera, para que obtengan el trigo, el vino nuevo y el aceite. También haré que crezca hierba en los campos para su ganado, y ustedes comerán y quedarán satisfechos.
¡Cuidado! No se dejen seducir. No se descarríen ni adoren a otros dioses, ni se postren ante ellos, porque entonces se encenderá la ira del SEÑOR contra ustedes y cerrará los cielos para que no llueva; el suelo no dará sus frutos y pronto ustedes desaparecerán de la buena tierra que les da el SEÑOR. Grábense estas palabras en el corazón y en la mente, átenlas en sus manos como un signo y llévenlas en su frente como una marca. Enséñenselas a sus hijos y háblenles de ellas cuando estén en su casa y cuando vayan por el camino, cuando se acuesten y cuando se levanten; escríbanlas en los postes de su casa y en los portones de sus ciudades. Así, mientras existan los cielos sobre la tierra, ustedes y sus descendientes prolongarán su vida sobre la tierra que el SEÑOR juró dar a sus antepasados.
Si ustedes obedecen todos estos mandamientos que les doy y aman al SEÑOR su Dios, siguen por todos sus caminos y le son fieles, entonces el SEÑOR expulsará de su territorio a todas esas naciones. Así podrán conquistarlas, aunque sean más grandes y fuertes que ustedes. Todo lugar que toquen sus pies será de ustedes; su territorio se extenderá desde el desierto hasta el monte Líbano y desde el río Éufrates hasta el mar Mediterráneo. Nadie podrá hacerles frente. Por dondequiera que vayan, el SEÑOR su Dios hará que todo el mundo sienta miedo y terror ante ustedes, como les ha prometido.
Miren, hoy les doy a elegir entre la bendición y la maldición: bendición, si obedecen los mandamientos que yo, el SEÑOR su Dios, hoy les mando obedecer; maldición, si desobedecen los mandamientos del SEÑOR su Dios y se apartan del camino que hoy les mando seguir, y se van tras dioses extraños que jamás han conocido. Cuando el SEÑOR su Dios los haya hecho entrar en la tierra que van a poseer, ustedes bendecirán al monte Guerizín y maldecirán al monte Ebal. Esos montes están al otro lado del Jordán, hacia el oeste, en el territorio de los cananeos que viven en el Arabá, en la vecindad de Guilgal, junto a las encinas de Moré. Ustedes están a punto de cruzar el Jordán y entrar a tomar posesión de la tierra que les da el SEÑOR su Dios. Cuando la hayan tomado y ya estén viviendo allí, cuiden de obedecer todos los estatutos y las leyes que hoy les mando.