Moisés continuó diciendo:
«Muestren amor por su Dios y obedezcan sus mandamientos. Aprendan hoy la lección que Dios les ha dado al disciplinarlos, lección que aún no han recibido sus hijos. Acuérdense de que en Egipto Dios demostró su gran poder y realizó grandes milagros, cuando envió terribles castigos contra el rey y su país. Los egipcios los perseguían a ustedes por en medio del Mar de los Juncos, pero Dios cerró las aguas y los destruyó por completo: ¡los hundió en el mar con todos sus caballos y carros de guerra!
»Acuérdense, además, de cuánto los ayudó en su travesía por el desierto, hasta traerlos aquí. ¡Y cómo olvidar lo que Dios hizo con Datán y Abiram, cuando no quisieron que Dios me nombrara jefe de Israel! Ellos eran hijos de Eliab y descendientes de Rubén, pero por causa de su rebeldía Dios hizo que la tierra se los tragara, ¡y la tierra se los tragó, junto con sus familias y pertenencias! De esto, todos ustedes fueron testigos. Con sus propios ojos, ustedes han podido ver el gran poder de Dios.
»Obedezcan todos los mandamientos que hoy les he dado. Así tendrán poder para conquistar el territorio al que van a entrar. Si lo hacen, vivirán largos años en ese territorio que Dios les ha prometido. ¡Es tan fértil que siempre hay abundancia de alimentos! En Egipto ustedes tenían que trabajar mucho para sembrar la semilla y regar la tierra. Pero en el territorio que van a ocupar la lluvia riega los campos, los montes y los valles. ¡Dios mismo se encarga de cuidarlo todos los días del año!
»Por lo tanto, si obedecen los mandamientos que hoy les he dado, y aman y adoran a Dios con todo lo que piensan y con todo su ser, Dios les enviará sin falta la lluvia de otoño y de primavera. Así cosecharán ustedes su propio trigo, y no les faltarán el vino ni el aceite; tendrán abundancia de alimentos, y a su ganado no le faltarán pastos.
»Pero no se dejen engañar. Si adoran a otros dioses, y desprecian a nuestro Dios, él se enojará y no les enviará lluvia. Entonces no tendrán cosechas, y pronto morirán de hambre en esa buena tierra que Dios les va a dar.
»Apréndanse de memoria estas enseñanzas, y mediten en ellas; escríbanlas de tal modo que puedan atarlas a sus brazos o colgarlas sobre su frente, para que en todo momento puedan recordarlas. Escríbanlas también en las puertas de su casa y en los portones de sus ciudades. Enséñenselas a sus hijos en todo momento y lugar, y así ustedes y ellos vivirán largos años en esta tierra que Dios les ha prometido. ¡Vivirán allí mientras el cielo exista!
»Si obedecen siempre los mandamientos que hoy les doy, y si aman a su Dios y le son fieles, Dios expulsará de ese territorio a los pueblos que ahora viven allí. Ustedes derrotarán a naciones grandes y poderosas. De norte a sur, y de este a oeste, nadie podrá quitarles el territorio que conquisten. Nunca nadie podrá derrotarlos, porque su Dios hará que todas las naciones tiemblen de miedo ante ustedes. Dios así lo ha prometido.
»Hoy mismo deben elegir si quieren que les vaya bien, o si quieren que les vaya mal. Si obedecen los mandamientos que hoy les da su Dios, les irá bien; pero si los desobedecen y, por adorar a otros dioses, dejan de hacer todo lo que hoy les he enseñado, les irá mal.
»Cuando Dios ya les haya permitido conquistar la tierra, deberán ir al monte Guerizim para pronunciar allí las bendiciones que recibirán, si son obedientes. Luego irán al monte Ebal, y allí pronunciarán las maldiciones que recibirán, si son desobedientes. Estos dos montes están al oeste del río Jordán, frente a Guilgal y junto a los árboles de Moré, en el valle donde habitan los cananeos.
»Ustedes ya están por conquistar el territorio al otro lado del río Jordán, pues Dios se lo va a entregar. Cuando ya lo hayan ocupado, deberán obedecer todas las leyes que hoy les he dado».