Antes de su muerte, Moisés, hombre de Dios, bendijo a los israelitas. Les dijo: «Vino el SEÑOR desde el Sinaí, vino sobre su pueblo, como aurora, desde Seír; resplandeció desde el monte Parán. Llegó con millares de santos desde el sur, desde las laderas de sus montañas. Él es quien ama a su pueblo; todos los santos están en su mano. A sus pies ellos se postran y de él reciben instrucción. Es la ley que nos dio Moisés, la herencia de la asamblea de Jacob. Él era rey sobre Jesurún cuando los líderes del pueblo se reunieron, junto con las tribus de Israel. »Que Rubén viva y que no muera; ¡sean innumerables sus hombres!». Y esto dijo acerca de Judá: «Oye, SEÑOR, el clamor de Judá; hazlo volver a su pueblo. Judá defiende su causa con sus propias fuerzas. ¡Ayúdalo contra sus enemigos!». Acerca de Leví dijo: «El urim y el tumim pertenecen a tu fiel servidor. Lo pusiste a prueba en Masá; en las aguas de Meribá contendiste con él. Dijo de su padre y de su madre: “No los tomo en cuenta”. No reconoció a sus hermanos y hasta desconoció a sus hijos, pero tuvo en cuenta tu palabra y obedeció tu pacto. Enseñó tus ordenanzas a Jacob y tu ley a Israel. Presentó ante ti, sobre tu altar, el incienso y las ofrendas del todo quemadas. Bendice, SEÑOR, sus logros y acepta la obra de sus manos. Destruye el poder de sus adversarios; ¡que nunca más se levanten sus enemigos!». Acerca de Benjamín dijo: «Que el amado del SEÑOR repose seguro en él, porque lo protege todo el día y descansa tranquilo entre sus hombros». Acerca de José dijo: «El SEÑOR bendiga su tierra con el rocío precioso del cielo y con las aguas que brotan de la tierra; con los mejores frutos del sol y los mejores productos de la luna; con lo más selecto de las antiguas montañas y la fertilidad de las colinas eternas; con lo mejor de lo que llena la tierra y el favor del que mora en la zarza ardiente. Repose todo esto sobre la cabeza de José, sobre la frente del elegido entre sus hermanos. José es majestuoso como primogénito de toro; ¡poderoso como un toro salvaje! Con sus cuernos atacará a las naciones, hasta arrinconarlas en los confines del mundo. ¡Tales son las decenas de millares de Efraín, los millares de Manasés!».
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