»Este es mi siervo, a quien sostengo, mi escogido, en quien me deleito; sobre él he puesto mi Espíritu y llevará justicia a las naciones. No clamará, ni gritará, ni alzará su voz en las calles. No acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas arde. Con fidelidad hará justicia; no vacilará ni se desanimará hasta implantar la justicia en la tierra. En su enseñanza las costas lejanas pondrán su esperanza». Así dice Dios el SEÑOR, el que creó y desplegó los cielos; el que expandió la tierra y todo lo que ella produce; el que da aliento al pueblo que la habita y vida a los que en ella se mueven: «Yo, el SEÑOR, te he llamado en justicia; te tomaré de la mano. Yo te preservaré, yo te constituiré como pacto para el pueblo, como luz para las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para librar de la cárcel a los presos y del calabozo a los que habitan en tinieblas. »Yo soy el SEÑOR; ¡ese es mi nombre! No entrego a otros mi gloria ni mi alabanza a los ídolos. Las cosas pasadas se han cumplido y ahora anuncio cosas nuevas; las anuncio antes que sucedan». SEÑOR Canten al SEÑOR un cántico nuevo, ustedes, que descienden al mar y todo lo que hay en él; canten su alabanza desde los confines de la tierra, ustedes, costas lejanas y sus habitantes. Que alcen la voz el desierto, sus ciudades, y los poblados donde Cedar habita. Que canten de alegría los habitantes de Selá y griten desde las cimas de las montañas.
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