»Clama, si quieres, pero ¿habrá quien te responda? ¿A cuál de los seres angelicales te dirigirás? El resentimiento mata a los necios; la envidia mata a los insensatos. Yo mismo he visto al necio echar raíces, pero de pronto su casa fue maldecida. Sus hijos distan mucho de estar a salvo; en el tribunal son oprimidos y nadie los defiende. Los hambrientos se comen su cosecha, y la recogen de entre las espinas; los sedientos se beben sus riquezas. Y aunque las penas no brotan del suelo, ni los sufrimientos provienen de la tierra, con todo, el hombre nace para sufrir, tan cierto como que las chispas vuelan. »Si se tratara de mí, yo apelaría a Dios; ante él expondría mi caso. Él realiza maravillas insondables, portentos que no pueden contarse. Él derrama lluvia sobre la tierra y envía agua sobre los campos. Él enaltece a los humildes y da seguridad a los enlutados. Él deshace las maquinaciones de los astutos, para que no prospere la obra de sus manos. Él atrapa a los sabios en su propia astucia, y desbarata los planes de los malvados. De día estos se topan con las tinieblas; a plena luz andan a tientas, como si fuera de noche. Pero a los menesterosos los salva de la opresión de los poderosos y de su lengua viperina. Así es como los pobres recobran la esperanza y a la injusticia se le tapa la boca. »¡Cuán dichoso es el hombre a quien Dios corrige! No menosprecies la disciplina del Todopoderoso. Porque él hiere, pero venda la herida; golpea, pero sana con sus manos. De seis aflicciones te rescatará y la séptima no te causará ningún daño. Cuando haya hambre, te salvará de la muerte; cuando haya guerra, te librará de la espada. Estarás a salvo del latigazo de la lengua, y no temerás cuando venga la destrucción. Te burlarás de la destrucción y del hambre, y no temerás a las bestias salvajes, pues harás un pacto con las piedras del campo y las bestias salvajes estarán en paz contigo. Reconocerás tu casa como lugar seguro; contarás tu ganado y ni un solo animal faltará. Llegarás a tener muchos hijos, y descendientes como la hierba del campo. Llegarás al sepulcro anciano, pero vigoroso, como las gavillas que se recogen a tiempo. »Esto lo hemos examinado y es verdad. Así que escúchalo y compruébalo tú mismo».
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