Mateo 13
13
Parábola del sembrador
13:1-15 – Mr 4:1-12; Lc 8:4-10
13:16-17 – Lc 10:23-24
13:18-23 – Mr 4:13-20; Lc 8:11-15
1Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó a la orilla del lago. 2La multitud que se reunió para verlo era tan grande que él tuvo que subir a una barca donde se sentó mientras toda la gente estaba de pie en la orilla. 3Y dijo en parábolas muchas cosas como estas: «Un sembrador salió a sembrar. 4Mientras iba esparciendo las semillas, una parte cayó junto al camino, llegaron los pájaros y se las comieron. 5Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esas semillas brotaron pronto porque la tierra no era profunda; 6pero cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y por no tener raíz se secaron. 7Otra parte de las semillas cayó entre espinos que, al crecer, ahogaron las plantas. 8Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que se dio una cosecha que rindió hasta cien, sesenta y treinta veces más de lo que se había sembrado. 9El que tenga oídos, que oiga».
10Los discípulos se acercaron y le preguntaron:
—¿Por qué hablas a la gente en parábolas?
11Él respondió:
—A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos; pero a ellos no. 12Al que tiene se le dará más y tendrá en abundancia. Al que no tiene hasta lo que tiene se le quitará. 13Por eso les hablo a ellos en parábolas:
»Aunque miren, no vean;
aunque oigan, no escuchen ni entiendan.
14 En ellos se cumple la profecía de Isaías:
“Por mucho que oigan, no entenderán;
por mucho que vean, no comprenderán.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible;
se les han tapado los oídos
y se les han cerrado los ojos.
De lo contrario, verían con los ojos,
oirían con los oídos,
entenderían con el corazón,
se arrepentirían y yo los sanaría”. # 13:14,15
Is 6:9,10.
16 Pero dichosos los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. 17Les aseguro que muchos profetas y otros justos anhelaron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron; quisieron oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron.
Jesús explica la parábola del sembrador
18 »Escuchen ahora lo que significa la parábola del sembrador: 19Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Esta es la semilla sembrada junto al camino. 20El que recibió la semilla que cayó en el suelo lleno de piedras es el que oye la palabra y de inmediato la recibe con alegría. 21Pero como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, enseguida se aparta de ella. 22El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan. Por eso, la semilla no llega a dar fruto. 23Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Este sí produce una cosecha hasta cien, sesenta y treinta veces más».
Parábola de la mala hierba
24Jesús contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo y se fue. 26Cuando brotó el trigo y se formó la espiga, apareció también la mala hierba. 27Los siervos fueron al dueño y le dijeron: “Señor, ¿no sembró usted semilla buena en su campo? Entonces, ¿de dónde salió la mala hierba?”. 28“Esto es obra de un enemigo”, respondió. Le preguntaron los siervos: “¿Quiere usted que vayamos a arrancarla?”. 29“¡No! —contestó—, no sea que, al arrancar la mala hierba, arranquen con ella el trigo. 30Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces diré a los segadores: Recojan primero la mala hierba y átenla en manojos para quemarla; después recojan el trigo y guárdenlo en mi granero”».
Parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura
31Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como una semilla de mostaza que un hombre sembró en su campo. 32Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las plantas del huerto. Se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas».
33Les contó otra parábola más: «El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y mezcló en tres medidas#13:33 tres medidas. Es decir, aprox. 27 kg. Lit. tres satas. de harina, hasta que hizo crecer toda la masa».
34Jesús dijo a la multitud todas estas cosas en parábolas. No decía nada sin emplear parábolas. 35Así se cumplió lo dicho por el profeta:
«Hablaré por medio de parábolas;
revelaré cosas que han estado ocultas desde la creación del mundo».#13:35 Sal 78:2.
Jesús explica la parábola de la mala hierba
36Una vez que se despidió de la multitud, entró en la casa. Se acercaron sus discípulos y le pidieron:
—Explícanos la parábola de la mala hierba del campo.
37 —El que sembró la buena semilla es el Hijo del hombre —respondió Jesús—. 38El campo es el mundo y la buena semilla representa a los hijos del reino. La mala hierba son los hijos del maligno, 39y el enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el fin del mundo,#13:39 el fin del mundo. Lit. la consumación del siglo. y los segadores son los ángeles.
40 »Así como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, ocurrirá también al fin del mundo. 41El Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los que pecan y hacen pecar. 42Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y crujir de dientes. 43Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga.
Parábolas del tesoro escondido y de la perla
44 »El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.
45 »También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. 46Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
Parábola de la red
47 »También se parece el reino de los cielos a una red echada al lago, que atrapa peces de toda clase. 48Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen en canastas los peces buenos y desechan los malos. 49Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán de los justos a los malvados. 50Luego los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y crujir de dientes».
51 —¿Han entendido todo esto? —preguntó Jesús.
—Sí —respondieron ellos.
52Entonces concluyó Jesús:
—Todo maestro de la Ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa que, de lo que tiene guardado, saca tesoros nuevos y viejos.
Jesús es rechazado en su tierra
53Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas, se fue de allí. 54Al llegar a su pueblo, comenzó a enseñar a la gente en la sinagoga.
—¿De dónde sacó este tal sabiduría y tales poderes milagrosos? —decían maravillados—. 55¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? 56¿No están con nosotros todas sus hermanas? Así que, ¿de dónde sacó todas estas cosas?
57Y se escandalizaban a causa de él. Pero Jesús les dijo:
—En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra y en su propia casa.
58Y por la falta de fe de ellos, no hizo allí muchos milagros.
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