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Salmo 119:97-120

Salmo 119:97-120 NVI

¡Cuánto amo yo tu Ley! Todo el día medito en ella. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque siempre están conmigo. Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque medito en tus mandatos. Tengo más entendimiento que los ancianos, porque obedezco tus preceptos. Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra. No me desvío de tus leyes, porque tú mismo me instruyes. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca! De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira. Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero. Hice un juramento y lo he confirmado: que cumpliré tus justas leyes. SEÑOR, es mucho lo que he sufrido; dame vida conforme a tu palabra. SEÑOR, acepta las ofrendas que brotan de mis labios; enséñame tus leyes. Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu Ley. Los malvados me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos. Tus mandatos son mi herencia permanente; son la alegría de mi corazón. Inclino mi corazón a cumplir tus estatutos para siempre y hasta el fin. Aborrezco a los hipócritas, pero amo tu Ley. Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza. ¡Malhechores, apártense de mí, que quiero cumplir los mandamientos de mi Dios! Sostenme conforme a tu promesa y viviré; no defraudes mis esperanzas. Defiéndeme y estaré a salvo; siempre optaré por tus estatutos. Tú rechazas a los que se desvían de tus estatutos, porque solo maquinan falsedades. Tú desechas como escoria a los malvados de la tierra; por eso amo tus mandatos. Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras; siento reverencia por tus leyes.

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