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Salmo 18:37-50

Salmo 18:37-50 NVI

Perseguí a mis enemigos, les di alcance y no retrocedí hasta verlos aniquilados. Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! Tú me armaste de valor para el combate; doblegaste ante mí a los rebeldes. Hiciste retroceder a mis enemigos y así exterminé a los que me odiaban. Pedían ayuda y no hubo quien los salvara. Al SEÑOR clamaron, pero no respondió. Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento. Los pisoteé como al lodo de las calles. Me has librado de los conflictos con el pueblo; me has puesto por líder de las naciones; me sirve gente que yo no conocía. Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros y me rinden homenaje. Esos extraños se descorazonan y temblando salen de sus refugios. ¡El SEÑOR vive! ¡Alabada sea mi Roca! ¡Exaltado sea el Dios de mi salvación! Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies. Tú me libras de mis enemigos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. Por eso, SEÑOR, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre. Él da grandes victorias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.