Por causa de tu indignación no hay nada sano en mi cuerpo; por causa de mi pecado no me quedan huesos sanos. Mis maldades me abruman, son una carga demasiado pesada para mí. Por causa de mi insensatez mis llagas hieden y supuran. Estoy agobiado, del todo abatido; todo el día ando afligido. Mi espalda está llena de dolores punzantes; no hay nada sano en mi cuerpo. Me siento débil, completamente deshecho; mi corazón gime angustiado. Ante ti, Señor, están todos mis deseos; no te son un secreto mis suspiros.
Leer Salmo 38
Escuchar Salmo 38
Compartir
Comparar todas las versiones: Salmo 38:3-9
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
Inicio
Biblia
Planes
Videos