Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, sedienta y sin agua. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu gran amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva y alzando mis manos te invocaré. Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca. En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti en las vigilias de la noche. A la sombra de tus alas canto de alegría, porque tú eres mi ayuda. Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.
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