David reunió en Jerusalén a todos los jefes de las tribus de Israel, a los jefes de las divisiones al servicio del rey, a los jefes de millares y de centenas, a los administradores de todas las propiedades del rey y de sus hijos, a los oficiales y a sus hombres más aguerridos y valientes.
Una vez reunidos, el rey David se puso de pie y dijo:
«Hermanos y pueblo mío: escúchenme. Yo tenía la intención de edificar una casa en donde el arca del pacto del Señor pudiera reposar; en donde nuestro Dios pudiera descansar sus pies. Ya tenía yo todo preparado para edificar,
pero Dios me dijo: “Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra y has derramado mucha sangre.”
Sin embargo, el Señor, el Dios de Israel, me eligió de entre toda la casa de mi padre, para que fuera yo rey de Israel para siempre. A Judá lo escogió como caudillo, y de la casa de Judá escogió a la familia de mi padre, y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para hacerme rey de todo Israel.
El Señor me ha dado muchos hijos, y de entre todos ellos eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino del Señor y gobierne a Israel.
El Señor me ha dicho: “Tu hijo Salomón edificará mi casa y mis atrios. Yo lo he escogido para que sea mi hijo, y yo seré para él su padre.
Yo confirmaré su reino para siempre, siempre y cuando él se esfuerce por practicar mis mandamientos y mis decretos, como lo hace ahora.”
Así que ahora, teniendo como testigo a todo Israel, la congregación del Señor, y hablando en presencia de nuestro Dios, procuren cumplir todos los preceptos del Señor su Dios, para que posean esta buena tierra, y se la dejen a sus hijos después de ustedes como herencia perpetua.
»Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario, porque el Señor escudriña los corazones de todos y entiende toda intención de los pensamientos. Si tú lo buscas, lo hallarás; pero si lo dejas, él te desechará para siempre.
Date cuenta ahora de que el Señor te ha elegido para que edifiques casa para el santuario. ¡Esfuérzate, y hazla!»
Luego David entregó a su hijo Salomón el plano del pórtico del templo y de sus casas, tesorerías, aposentos y salas, y de la casa del propiciatorio.