Pero, bueno, ¡tráiganme un tañedor!»
Y mientras el tañedor tocaba, la mano del Señor vino sobre Eliseo,
quien dijo:
«Así ha dicho el Señor: “Caven en este valle muchos estanques.”
Y el Señor también ha dicho: “Aunque ustedes no vean ningún viento, ni ninguna lluvia, este valle se llenará de agua, y beberán ustedes, y sus bestias y sus ganados.”
Esto, a los ojos del Señor, no es nada difícil; también va a poner a los moabitas en las manos de ustedes.
Y ustedes destruirán todas sus bellas ciudades fortificadas, y talarán todo árbol frondoso, cegarán todos los pozos, y sembrarán de piedras todos los campos arables.»
Al día siguiente por la mañana, a la hora del sacrificio, un repentino aluvión llegó desde Edom y toda esa región se inundó.
Y al saber los de Moab que los reyes se disponían a atacarlos, todos ellos se juntaron, desde los que apenas podían ponerse la armadura hasta los más experimentados, y tomaron sus puestos en la frontera.
Y al día siguiente, cuando los moabitas se levantaron, vieron a la distancia que el reflejo del sol sobre las aguas las hacía verse rojas como sangre.
Entonces gritaron:
«¡Esto es la sangre de una batalla! Seguramente los reyes han luchado entre sí, y han matado a sus propios compañeros. ¡Vamos, moabitas, al botín!»
Pero cuando los moabitas llegaron al campamento de Israel, se levantaron los israelitas y los atacaron, y aunque los moabitas trataron de huir, los israelitas los persiguieron y los mataron;
y asolaron las ciudades, y en todos los campos fértiles esparcieron piedras, y cegaron también todos los pozos, y derribaron todos los árboles frondosos; solo quedaron piedras en Quir Jaréset porque los honderos rodearon esa ciudad y la destruyeron.
Cuando el rey de Moab vio que había perdido la batalla, tomó consigo a setecientos hombres hábiles con la espada y quiso atacar al rey de Edom, pero no lo consiguió.
Entonces tomó a su primogénito, el que habría de reinar en su lugar, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. Y fue tan grande el enojo contra Israel, que estos decidieron retirarse y volver a su tierra.