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Hebreos 5:5-11

Hebreos 5:5-11 RVC

Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que ese honor se lo dio el que le dijo: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy», y que en otro lugar también dice: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec». Cuando Cristo vivía en este mundo, con gran clamor y lágrimas ofreció ruegos y súplicas al que lo podía librar de la muerte, y fue escuchado por su temor reverente. Aunque era Hijo, aprendió a obedecer mediante el sufrimiento; y una vez que alcanzó la perfección, llegó a ser el autor de la salvación eterna para todos los que le obedecen, y Dios lo declaró sumo sacerdote, según el orden de Melquisedec. Acerca de esto tenemos mucho que decir, aunque no es fácil explicarlo porque ustedes son lentos para entender.