A la mañana siguiente, cuando todos se levantaron, vieron que el altar de Baal había sido derribado, que la imagen de Asera que estaba a su lado había sido destrozada, y que el segundo toro había sido ofrecido en holocausto sobre el nuevo altar.
Y unos a otros se preguntaban quién podía haberlo hecho. Luego de investigar, supieron que lo había hecho Gedeón, el hijo de Joás. Entonces fueron a ver a Joás y le dijeron:
«Entréganos a tu hijo para matarlo, porque derribó el altar de Baal y destrozó la imagen de Asera que estaba a su lado.»
Y Joás les respondió:
«¿Quieren luchar en favor de Baal y defender su causa? El que esté a su favor, que muera esta mañana. Si en verdad Baal es un dios, déjenlo que luche él mismo contra quien derribó su altar.»
Ese día Gedeón fue llamado Yerubaal, es decir: «Que luche Baal contra él», porque había derribado su altar.
Mientras tanto, los madianitas, los amalecitas y los del oriente se aliaron y, luego de cruzar el río, acamparon en el valle de Jezrel.
Entonces el espíritu del Señor vino sobre Gedeón y, cuando este hizo sonar el cuerno, los abiezeritas se le unieron.
Además, Gedeón envió mensajeros a las tribus de Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí, y ellas también se le unieron y salieron a su encuentro.
Entonces Gedeón le dijo a Dios:
«Si vas a salvar a Israel por medio de mí, como lo has prometido,
déjame poner en la era un vellón de lana. Si al amanecer hay rocío sobre el vellón, pero a su alrededor el suelo está seco, con eso entenderé que tú salvarás a Israel por medio de mí, como lo has prometido.»
Y así sucedió. Cuando Gedeón se levantó, exprimió el vellón, y con el rocío que sacó llenó un tazón de agua.
Pero Gedeón volvió a decirle al Señor:
«No te enojes conmigo, Señor, si insisto, pero quiero hacer otra prueba con el vellón. Te ruego que esta vez solo el vellón quede seco, y que alrededor de él haya rocío en el suelo.»
Y esa misma noche Dios lo hizo así: solo el vellón quedó seco, y sobre el suelo había rocío.