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San Marcos 12:13-31

San Marcos 12:13-31 RVC

Luego mandaron gente de los fariseos y de los herodianos, para atrapar a Jesús en sus propias palabras. Cuando aquellos llegaron, le dijeron: «Maestro, sabemos que hablas con la verdad, y que no permites que nadie influya en ti ni te dejas llevar por las apariencias humanas, sino que enseñas con verdad el camino de Dios. ¿Es lícito entonces pagar tributo al César, o no? ¿Debemos pagarlo, o no?» Pero Jesús percibió la hipocresía de ellos, así que les dijo: «¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una moneda, para que la vea.» Cuando se la llevaron, él les dijo: «¿De quién es esta imagen, y esta inscripción?» Ellos respondieron: «Del César.» Entonces Jesús les dijo: «Pues den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.» Y se quedaron admirados de él. Se le acercaron entonces los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos escribió que, si el hermano de alguien muere y deja a su esposa sin hijos, algún hermano suyo debe casarse con la viuda para darle descendencia a su hermano muerto. Se dio el caso de siete hermanos. El primero de ellos se casó, y murió sin dejar descendencia. El segundo se casó con la viuda, y murió y tampoco dejó descendencia. Lo mismo pasó con el tercero, y con los siete; y ninguno de ellos dejó descendencia. Al final, todos murieron, y también la mujer. En la resurrección, cuando todos resuciten, ¿esposa de cuál de ellos será esta mujer, puesto que los siete estuvieron casados con ella?» Jesús les respondió: «El error de ustedes es que no conocen las Escrituras ni el poder de Dios. Porque cuando los muertos resuciten, no se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos. Pero en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés? Allí dice que Dios le habló en la zarza y le dijo: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.” Así que ustedes están muy equivocados, porque Dios no es un Dios de muertos, sino el Dios de los que viven.» Uno de los escribas, que había estado presente en la discusión y que vio lo bien que Jesús les había respondido, le preguntó: «De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?» Jesús le respondió: «El más importante es: “Oye, Israel: el Señor, nuestro Dios, el Señor es uno.” Y “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” El segundo en importancia es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento más importante que estos.»