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Salmos 102:1-12

Salmos 102:1-12 RVC

Señor, escucha mi oración; ¡deja que mi queja llegue a tus oídos! No te alejes de mí cuando me veas angustiado; inclina a mí tu oído, ¡respóndeme pronto cuando te invoque! Mi vida se va desvaneciendo, como el humo; mis huesos se deshacen, como tizón quemado. Débil está mi corazón, y seco cual la hierba; ¡hasta me he olvidado de comer! Tanto he llorado que los huesos se me pegan a la carne. Soy como los pelícanos del desierto; ¡soy como los búhos de las soledades! Ya no duermo, y hasta me siento como un pájaro solitario sobre el tejado. Todos los días me insultan mis enemigos; se confabulan y hacen planes contra mí. El pan que como, me sabe a ceniza; lo que bebo, se mezcla con mis lágrimas. ¡Y es porque estás enojado conmigo! ¡Primero me elevas, y luego me dejas caer! Mi vida se diluye como una sombra; ¡me voy secando como la hierba! Pero tú, Señor, permaneces para siempre, y todas las generaciones te recordarán.

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