Señor, guíame por el camino de tus estatutos, y yo los obedeceré hasta el fin. Hazme entender tu ley, para cumplirla; la obedeceré de todo corazón. Encamíname hacia tus mandamientos, porque en ellos me deleito. Inclina mi corazón hacia tus testimonios, y no hacia la avaricia. Aparta mis ojos de los dioses falsos, y dame vida para andar contigo. Confirma tu palabra a tu siervo, porque este siervo tuyo te honra. Aléjame del temor a la deshonra, porque tú eres bondadoso en tus juicios. Ansío conocer tus mandamientos; ¡dame vida conforme a tu justicia! Señor, ten misericordia de mí, y envíame tu salvación, como lo has prometido. Así responderé a los que se burlan de mí, que yo he puesto en ti mi confianza. No quites de mis labios la verdad de tu palabra, pues he puesto mi esperanza en tu justicia. Yo cumpliré siempre tu ley, desde ahora y para siempre. Solo así seré completamente libre, pues he buscado seguir tus mandamientos. En presencia de reyes hablaré de tus testimonios, y no tendré de qué avergonzarme. Tus mandamientos son mi alegría, porque los amo profundamente. Con amor levanto mis manos hacia tus mandamientos, y medito en tus estatutos.
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