Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos, y no vienes a salvarme? ¿Por qué no atiendes mi clamor? Dios mío, te llamo de día, y no me respondes; te llamo de noche, y no hallo reposo. Tú eres santo, tú eres rey; tú eres alabado por Israel. Nuestros padres confiaron en ti; en ti confiaron, y tú los libraste. A ti clamaron, y fueron librados; en ti confiaron, y no quedaron en vergüenza.
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