Yo fui joven, y ya he envejecido, pero nunca vi desamparado a un justo, ni vi a sus hijos andar mendigando pan. El justo es misericordioso, y siempre presta; sus hijos son para otros una bendición. Apártate del mal, y practica el bien; así vivirás para siempre. Porque el Señor ama la justicia y no desampara a sus fieles; siempre les brinda su protección. Pero los hijos de los malvados serán destruidos. Los justos heredarán la tierra y para siempre vivirán en ella. Cuando el justo habla, imparte sabiduría; con su lengua proclama la justicia. En su corazón habita la ley de su Dios; por eso sus pies nunca resbalan.
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