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Cantares 5:2-8

Cantares 5:2-8 RVC

Yo dormía, pero mi corazón velaba, y pude escuchar la voz de mi amado: «Hermana y amiga mía; mi palomita inmaculada, ¡déjame entrar! Tengo la cabeza empapada de rocío; ¡escurre por mi pelo la lluvia de la noche!» «¡Pero ya me he desnudado! ¿Cómo he de volver a vestirme? ¡Ya me he lavado los pies! ¿Cómo he de volver a ensuciarlos?» Se conmovieron mis entrañas cuando mi amado introdujo la mano por la apertura del cerrojo. Me levanté para abrirle a mi amado. Por mis manos y mis dedos corrían las gotas de mirra hasta caer sobre la aldaba. Le abrí a mi amado, pero él se había marchado ya. Con el alma salí en pos de su voz. ¡Lo busqué, y no lo encontré! ¡Lo llamé, y no me respondió! Los guardias que rondan la ciudad me encontraron y me golpearon. ¡Los que vigilan las murallas me hirieron, me despojaron de mi manto! Doncellas de Jerusalén, yo les ruego, si acaso encuentran a mi amado, ¡le digan que me hallo enferma de amor!