2 Reyes Introducción
Introducción
Este libro continúa la historia iniciada en 1 Reyes. Ambos forman parte de la gran Historia Deuteronómica (véase la Introducción a Josué), pero aquí llega a su fin esa historia.
Este libro, aunque habla también de las rebeldías e infidelidades del pueblo de Dios, nos ofrece varios relatos de esperanza, fidelidad y heroísmo. En la primera parte aparecen dos figuras importantes, los profetas Elías y Eliseo. Ambos representan lo que Dios espera de su pueblo: que sean fieles a él y que ayuden a las viudas y a los huérfanos.
Además de Elías y Eliseo, el libro habla de Ezequías y Josías, dos reyes de Judá que se mantuvieron fieles a Dios y practicaron la justicia. Estos reyes llevaron a cabo reformas importantes y guiaron al pueblo a cumplir la voluntad de Dios. Al hablar de Josías, el profeta Jeremías (22.15-16) dijo lo siguiente:
«Tu padre Josías disfrutó de la vida
y celebró grandes fiestas,
pero siempre actuó con justicia.
Protegió al pobre y al necesitado,
y por eso le fue bien en todo.
¡A eso le llamo conocerme!»
Sin embargo, esas reformas, aunque buenas, no duraron mucho ni produjeron el cambio necesario para que el pueblo siguiera viviendo en la tierra prometida. El pecado del pueblo y de sus líderes llevó a Israel al desastre. La destrucción de Jerusalén marcó el fin de esa historia.
A pesar de esto, el verdadero final no fue tan negativo. Felizmente, 2 Reyes termina así:
«El día veintisiete del mes de Adar de ese año, Evil-merodac sacó de la cárcel a Joaquín. Lo trató bien y le dio un lugar de importancia entre los otros reyes que estaban con él en Babilonia. Así que Joaquín dejó de usar su ropa de prisionero, y el resto de su vida comió con el rey. Además, todos los días recibía dinero para sus gastos personales».
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Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.