Dios también me dijo: «Toma un trozo de madera y escribe en él: “Del reino de Judá”. Toma luego otro pedazo de madera y escribe en él: “Del reino de Israel”. Junta en tus manos los dos trozos de madera, y cuando la gente de tu pueblo pregunte qué quieres decir con eso, tú le dirás: “Dios ha declarado que juntará a Judá y a Israel, y que hará de los dos un solo reino”. »Después de eso, levanta los dos trozos de madera, para que todos los vean, y diles: “Dios ha prometido reunir y sacar a los israelitas de las naciones donde ahora se encuentran, para llevarlos de nuevo a su tierra”. Porque en esta tierra, y en estas montañas de Israel, los convertiré en una sola nación. Tendrán un solo rey, y no volverán a dividirse en dos reinos. »Nunca más volverán los israelitas a contaminarse con sus ídolos malolientes, ni con sus pecados y acciones repugnantes. Yo los limpiaré de sus pecados y no dejaré que vuelvan a serme infieles. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. »Entonces los israelitas obedecerán mis mandamientos, como deben hacerlo. Vivirán para siempre, junto con sus hijos y sus nietos, en la tierra que les di a Jacob y a sus antepasados. David será su único rey y jefe. »Haré con ellos un pacto eterno de paz, y llegarán a ser un pueblo numeroso. Y cuando ponga mi templo en medio de ellos, y viva allí para siempre, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Entonces las naciones reconocerán que yo habré convertido a Israel en un pueblo muy especial. Yo soy el Dios de Israel».
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