Eres como un león feroz
que al regresar con su presa
se agacha y se echa en el suelo,
¿y quién se atreve a molestarlo?
Siempre tendrás en tus manos
el cetro que te hace gobernante,
hasta que venga el verdadero rey
que gobernará a todo el mundo.
Sus ojos
son más oscuros que el vino;
sus dientes
son más blancos que la leche.
Atará su burro,
a la mejor rama del viñedo,
y sin quitarse la ropa
se empapará en ríos de vino.
»Tú, Zabulón,
vivirás a la orilla del mar;
tus costas servirán de puertos
y tus fronteras llegarán hasta Sidón.
»Tú, Isacar,
eres fuerte como un burro
acostado entre dos corrales.
Cuando veas que tu tierra
es buena y agradable para descansar,
con mucho gusto aceptarás
hacer trabajo de esclavos.
»Y tú, Dan,
le harás justicia a tu pueblo,
pues eres de las tribus de Israel.
Eres como una serpiente
que espera junto al camino:
cuando muerde las pezuñas del caballo,
el jinete se cae de espaldas.
»¡Dios mío, sigo esperando tu ayuda!
»A ti, Gad, te atacará
una banda de ladrones,
pero tú los atacarás
por donde menos lo esperen.
»Y tú, Aser,
tendrás la mejor comida
y cocinarás los mejores platillos,
dignos de la mesa de un rey.
»Tú, Neftalí, amas la libertad.
Eres como una venada suelta,
madre de hermosos venaditos.
»Tú, José, pareces un caballo
criado junto a un manantial.
¡Saltas y trepas por el muro!
Gente malvada y cruel
te ataca y te lanza flechas,
pero tú mantienes firme tu arco
y no doblas tus fuertes brazos.
¡Gracias al Dios poderoso
que guía y protege a Israel!