Dios dijo:
«El cielo es mi trono;
sobre la tierra apoyo mis pies.
Nadie puede hacerme una casa
donde pueda descansar.
Yo hice todo lo que existe,
y todo me pertenece».
Dios continuó diciendo:
«Yo miro con bondad
a los pobres y afligidos
que respetan mi palabra.
Pero hay gente que me adora
ofreciendo un toro en sacrificio,
y después sale y mata a una persona.
»Hay gente que me sacrifica una oveja
y ofrece a los ídolos un perro.
Hay gente que me presenta
ofrendas de cereales
y luego me ofende
ofreciendo a los ídolos sangre de cerdos.
Hay gente que me honra con incienso
y luego bendice a un ídolo.
»Esa gente hace lo que quiere,
porque así lo ha decidido;
pero también yo decidiré
con qué desgracias castigarlos.
»Llamé, y nadie me respondió;
hablé, y nadie me obedeció;
hicieron lo que no me gusta
y eligieron lo que no me agrada».
Isaías dijo:
«Ustedes que adoran a Dios,
escuchen su mensaje:
“Algunos de sus compatriotas,
que les tienen mucho odio
porque me adoran,
dicen burlonamente:
‘Que Dios muestre su poder,
a ver si se ponen contentos’.
¡Pero esos que los odian
serán avergonzados!
”Una voz resuena en la ciudad,
una voz se oye desde el templo:
es mi voz,
que reprende a sus enemigos.
”Jerusalén ha dado a luz
antes de sentir dolores de parto.
¿Quién ha oído algo parecido?
¿Quién ha visto algo semejante?
Una nación no nace en un solo día.
Un pueblo no surge de repente.
En cambio la ciudad de Jerusalén,
sí nació en un día.
Yo no iba a impedirlo,
porque soy el Dios de la vida.
Les juro que así es”».
Dios dijo:
«Ustedes, los que aman a Jerusalén,
y han llorado con ella,
alégrense ahora y únanse a su alegría.
»Así Jerusalén, como una madre,
les dará un alimento delicioso,
y los dejará satisfechos.
Yo soy el único Dios;
yo haré que la paz
y las riquezas de las naciones
lleguen hasta Jerusalén
como un río desbordado.
»Jerusalén los llevará en sus brazos,
los alimentará y les mostrará su cariño.
»Yo, por mi parte,
los consolaré a ustedes,
como una madre consuela a su hijo.
Así ustedes recibirán consuelo
en la ciudad de Jerusalén».
Isaías dijo:
«Cuando vean todo esto,
el corazón se les llenará de alegría
y tendrán nuevas fuerzas.
Porque Dios mostrará
su poder entre sus seguidores
y su enojo entre sus enemigos.
Dios llegará en medio del fuego;
sus carros son como un torbellino.
Dios descargará su enojo;
su castigo será como fuego ardiente.
Dios juzgará al mundo entero
con el fuego y con la espada,
y serán muchos los muertos».
Dios dijo:
«Hay gente que entra en los jardines,
y allí adora a los ídolos.
Otros comen carne de cerdo, de ratas
y de otros animales impuros.
Pero yo sé bien
lo que esa gente hace y piensa;
por eso, de un solo golpe,
los castigaré.
»Yo mismo vendré,
y les daré una señal
a los que aún queden vivos.
Los enviaré a los pueblos y naciones
para que hablen de mi poder.
Los enviaré a Tarsis,
a Libia y a Lidia,
a Tubal y a Grecia,
y a los más lejanos países del mar.
»Ellos harán venir de las naciones
a todos los sobrevivientes de mi pueblo.
A unos los traerán a caballo,
a otros en carruajes,
a lomo de mulas o en camellos.
Serán una ofrenda especial para mí.
Los traerán hasta Jerusalén
como los israelitas
traen sus ofrendas a mi templo.
Les juro que así será».
Dios siguió diciendo:
«A algunos de ellos los elegiré
para que sean sacerdotes
y ayudantes en el templo.
»La descendencia y el nombre de ustedes
permanecerán para siempre,
así como permanecerán
el cielo nuevo y la tierra nueva
que yo voy a crear.
»El primer día de cada mes,
y el día sábado, de cada semana,
todos vendrán a adorarme.