Números Introducción
Introducción
Aunque este nombre es la traducción del título que se le dio en griego, su título hebreo, «en el desierto», nos dice más de su contenido, pues nos narra las experiencias del pueblo de Israel cuando salió de Egipto. En efecto, el libro de Números continúa la narración iniciada en el libro de Éxodo 13—18, y nos muestra la desobediencia del pueblo tanto en la vida diaria como en la religiosa. Los cuarenta años que aquí se cubren nos hablan del enojo de Dios contra los israelitas. Dios quiso dejar que se muriera toda esa generación malvada. Los capítulos 11—25 muestran cómo el pueblo que Dios había librado de Egipto, ahora solo se quejaba y rebelaba contra él.
En medio de ese pueblo rebelde y miedoso, se destacan dos hombres, Josué y Caleb, que obedecieron a Dios y confiaron en él. A ellos, Dios los mantuvo vivos y les permitió entrar en la Tierra prometida junto con toda una nueva generación, es decir, los hijos y los nietos de los que habían salido de Egipto.
Números se llama así porque, tanto al principio como al final del libro, se hace un censo o listado del pueblo de Israel. Allí se cuenta el número de personas que salieron de Egipto (capítulo 1), y también de las que estaban preparadas para entrar en la Tierra prometida (capítulo 26).
Además, este libro toca el tema del liderazgo. En primer lugar, habla de Moisés como líder del pueblo; en segundo lugar, cuenta cómo sus hermanos, Aarón y María, quisieron quitarle su liderazgo; y finalmente, cómo Josué fue llamado por Dios para dirigir al pueblo después de la muerte de Moisés.
En general, el mensaje de Números gira en torno al deseo de Dios por llevar hasta un lugar seguro y permanente al pueblo que libró. A la vez, también muestra la incapacidad de ese pueblo para mantenerse fiel y obediente a Dios. Por eso, este libro habla de un tiempo de pruebas, de amenazas y de castigos. También nos enseña que la desobediencia trae como consecuencia el castigo, el cual causa mucho dolor y sufrimiento.
Pero no todo es negativo en este libro. También encontramos aquí una historia llena de humor, de ironía y de sorpresas. Se trata del relato de Balaam y su burra (22.21-35). Balaam era un profeta que estaba al servicio del rey de Moab; la burra era un simple animal de carga, pero tuvo ojos para ver el peligro y así salvar la vida de su amo. Dios le dio a la burra la capacidad de hablar. Así ella le enseñó a su amo que, especialmente un profeta, debe obedecer y ser fiel al verdadero Dios.
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Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.