No es posible imaginar que caiga nieve en la selva ni que llueva en el desierto ni que se alabe a un tonto. La maldición sin motivo jamás surte efecto; es como un ave sin rumbo. Para el caballo, el látigo; para el burro, el freno; para el necio, el garrote. No te pongas al nivel del necio, o resultará que el necio eres tú. Pon al tonto en su lugar, para que no se crea muy sabio. Enviar como mensajero a un tonto da lo mismo que no enviar a nadie. Dime de qué sirve que el tonto diga proverbios, y te diré de qué sirve una carreta sin bueyes. Dime de qué sirve alabar al tonto, y te diré de qué sirve un arco sin flechas. Un proverbio en labios de un tonto es lo mismo que un cuchillo en manos de un borracho. Tan peligroso es que lances piedras al aire, como que a un tonto le des trabajo en tu casa. El perro vuelve a su vómito, y el necio insiste en su necedad. Más puede esperarse de quien reconoce que es tonto, que de un tonto que se cree muy sabio.
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