Querido jovencito, grábate bien mis enseñanzas; memoriza mis mandamientos. Así te irá siempre bien por el resto de tu vida. Ama siempre a Dios y sé sincero con tus amigos; así estarás bien con Dios y con tus semejantes. Pon toda tu confianza en Dios y no en lo mucho que sabes. Toma en cuenta a Dios en todas tus acciones, y él te ayudará en todo. No te creas muy sabio; obedece a Dios y aléjate del mal; así te mantendrás sano y fuerte. Demuéstrale a Dios que para ti él es lo más importante. Dale de lo que tienes y de todo lo que ganes; así nunca te faltará ni comida ni bebida. Querido jovencito, no rechaces la instrucción de Dios ni te enojes cuando te reprenda. Porque Dios corrige a quienes ama, como corrige un padre a sus hijos. Dios bendice al joven que actúa con sabiduría, y que saca de ella más provecho que del oro y la plata. La sabiduría y el conocimiento valen más que las piedras preciosas; ¡ni los tesoros más valiosos se les pueden comparar! Por un lado, te dan larga vida; por el otro, buena fama y riquezas. Qué grato es seguir sus consejos, pues en ellos hay bienestar. ¡Dios bendice al joven que ama a la sabiduría, pues de ella obtiene la vida! Con sabiduría y gran cuidado Dios afirmó cielo y tierra. Con su conocimiento hizo brotar lagos y ríos y dejó caer la lluvia. Querido jovencito, aprende a tomar buenas decisiones y piensa bien lo que haces. Hacerlo así te dará vida y los demás te admirarán. Andarás por la vida sin problemas ni tropiezos. Cuando te acuestes, podrás dormir tranquilo y sin preocupaciones. No sufrirás las desgracias que caen sobre los malvados. Dios siempre estará a tu lado y nada te hará caer. No te niegues a hacer un favor, siempre que puedas hacerlo. Nunca digas: «Te ayudaré mañana», cuando puedas ayudar hoy. Nunca traiciones al amigo que confía en ti. No andes buscando pleitos, si nadie te ha hecho daño. No envidies a los violentos ni sigas su mal ejemplo. Dios no soporta a los malvados, pero es amigo de la gente honrada. Dios bendice el hogar del hombre honrado, pero maldice la casa del malvado. Dios se burla de los burlones, pero brinda su ayuda a los humildes. Los sabios merecen honra, y los tontos, solo deshonra.
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