Dios, tú bendices a los que van por buen camino, a los que de todo corazón siguen tus enseñanzas. Ellos no hacen nada malo: solo a ti te obedecen. Tú has ordenado que tus mandamientos se cumplan al pie de la letra. Quiero corregir mi conducta y cumplir tus mandamientos. Si los cumplo, no tendré de qué avergonzarme. Si me enseñas tu palabra, te alabaré de todo corazón y seré obediente a tus mandatos. ¡No me abandones! Solo obedeciendo tu palabra pueden los jóvenes corregir su vida. Yo te busco de todo corazón y llevo tu palabra en mi pensamiento. Manténme fiel a tus enseñanzas para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, mi Dios! ¡Enséñame a obedecer tus mandatos! Siempre estoy repitiendo las enseñanzas que nos diste. En ellas pongo toda mi atención, pues me hacen más feliz que todo el oro del mundo. Mi mayor placer son tus mandatos; jamás me olvido de ellos.
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