Dios mío, tú eres bueno y siempre actúas con justicia. Enseñas a los pecadores a hacer lo bueno; enseñas a los humildes a hacer lo bueno y lo justo. Con quienes cumplen tu pacto y obedecen tus mandamientos tú siempre actúas con amor y fidelidad. Dios mío, es muy grande mi maldad; pero por todo lo que tú eres, te ruego que me perdones. A los que te honran, tú les muestras cómo deben vivir. Mientras vivan, les irá bien, y sus hijos heredarán la tierra. Tú, mi Dios, te haces amigo de aquellos que te honran, y les das a conocer tu pacto. Siempre dirijo a ti mis ojos, pues solo tú puedes librarme de todo peligro.
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