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Romanos 3:9-26

Romanos 3:9-26 TLA

¿Quiere decir todo esto que nosotros, los judíos, somos mejores que los demás? ¡Claro que no! Como ya les dije, seamos judíos o no lo seamos, todos somos pecadores. La Biblia nos lo dice: «Nadie es justo. Nadie entiende nada, ni quiere buscar a Dios. Todos se han alejado de él; todos se han vuelto malos. Nadie, absolutamente nadie, quiere hacer lo bueno. Solo dicen cosas malas; solo saben decir mentiras. Hacen tanto daño con sus palabras, como una serpiente con su veneno. Hablan con amargura y maldicen a la gente. Fácilmente se enojan y matan a cualquiera. A dondequiera que van, todo lo destruyen y lo dejan destrozado. No saben vivir en paz, ni respetan a Dios.» Sabemos que la ley de Moisés tiene valor para los que se someten a ella. Y lo que la ley dice, es para que nadie pueda declararse inocente; es para que todo el mundo se reconozca culpable ante Dios. El cumplimiento de la ley no nos hace inocentes ante Dios; la ley solo sirve para que reconozcamos que somos pecadores. La Biblia misma nos enseña claramente que ahora Dios nos acepta sin necesidad de cumplir la ley. Dios acepta a todos los que creen y confían en Jesucristo, sin importar si son judíos o no lo son. Todos hemos pecado, y por eso estamos lejos de Dios. Pero él nos ama mucho, y nos declara inocentes sin pedirnos nada a cambio. Por medio de Jesús, nos ha librado del castigo que merecían nuestros pecados. Dios envió a Jesucristo para morir por nosotros. Si confiamos en que Jesús murió por nosotros, Dios nos perdonará. Con esto Dios demuestra que es justo y que, gracias a su paciencia, ahora nos perdona todo lo malo que antes hicimos. Él es justo, y solo acepta a los que confían en Jesús.

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