Ezequiel 36
36
Futura prosperidad de Israel
1»Y tú, hombre, habla en nombre mío a las montañas de Israel,#36.1 El profeta se dirige a las montañas de Israel como ya lo había hecho antes (Ez 6.1), pero esta vez para anunciarles la salvación. Véase Ez 34.11-31 n. y diles que escuchen mi palabra. 2Yo, el Señor, digo: Los enemigos de Israel se creen dueños ya de las montañas eternas. 3Pues bien, habla en mi nombre y diles: “Esto dice el Señor: De todas partes las atacan a ustedes y las destruyen; todos los pueblos extranjeros se han apoderado de ustedes, y la gente las trata con burla y desprecio. 4Por lo tanto, montañas de Israel, escuchen el mensaje del Señor a las montañas, colinas, ríos y valles; a las ruinas despobladas y a las ciudades desiertas de Israel, que han sido saqueadas por los pueblos vecinos y que han sido objeto de burla por parte de ellos. 5Esto dice el Señor: Mis palabras van encendidas de enojo contra los otros pueblos, y en especial contra todo Edom, porque con gran alegría se apoderaron de mi tierra y con profundo desprecio saquearon sus campos.”
6»Habla en mi nombre acerca de la tierra de Israel, y di: “Esto dice el Señor a las montañas, colinas, ríos y valles: Yo tengo palabras de ira y furor, por los insultos que han sufrido ustedes de parte de las naciones extranjeras. 7Por lo tanto yo, el Señor, juro que los pueblos vecinos de ustedes se verán cubiertos de vergüenza. 8Ustedes, en cambio, montañas de Israel, estarán cubiertas de árboles grandes y con mucho fruto para mi pueblo Israel, que ya está a punto de regresar. 9Yo las voy a proteger, y haré que sean cultivadas y sembradas. 10Haré que aumente mucho el pueblo de Israel que vive allí. Las ciudades se llenarán de habitantes, y las ruinas serán reconstruidas. 11Haré que aumenten en ustedes los hombres y los animales, y que se hagan muy numerosos. Habrá tantos habitantes como antes, y ustedes estarán mejor que en el pasado. Entonces reconocerán que yo soy el Señor. 12Haré que mi pueblo camine sobre ustedes, montañas de Israel, y que tomen ellos posesión de ustedes como dueños, y ustedes no volverán a dejarlos sin hijos.
13»”Yo, el Señor, digo: A ustedes, montañas, las acusan de comerse a la gente y de dejar sin hijos a su pueblo. 14Pues bien, ustedes no volverán a comerse a la gente ni a dejar sin hijos a su pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo. 15No permitiré que oigan de nuevo los insultos de las naciones extranjeras; no recibirán más ofensas de esos pueblos, porque ustedes no volverán a dejar sin hijos a su pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo.”»
16El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 17«Cuando los israelitas vivían en su tierra, la profanaron con sus malas acciones. Su manera de vivir era para mí algo sucio y repugnante. 18Entonces descargué mi ira sobre ellos por los asesinatos que cometieron en el país y por la manera en que lo profanaron adorando a los ídolos, 19y en castigo de sus malas acciones los dispersé entre los demás países y naciones. 20Pero en todos los pueblos a donde ellos llegaban, ofendían mi santo nombre, pues la gente decía: “Estos son el pueblo del Señor, pero tuvieron que salir de su país.” 21Entonces me dolió ver que, por culpa de Israel, mi santo nombre era profanado en cada nación adonde ellos llegaban.#36.20-21 Si la dispersión de los israelitas se prolongara indefinidamente, el nombre del Señor seguiría siendo profanado entre las naciones y éstas no tendrían ningún motivo para reconocer el poder del Dios de Israel y respetar su autoridad. De ahí el celo del Señor por reivindicar entre las naciones el honor de su nombre.
22»Por eso, dile al pueblo de Israel: “Esto dice el Señor: Lo que voy a realizar no es por causa de ustedes,#36.22 No es por causa de ustedes: Ezequiel no ha cesado de insistir en la responsabilidad personal (véase Ez 18.1-32 n.), pero con no menos fuerza pone también de relieve la iniciativa de Dios. Sin esperar a que su pueblo se convierta totalmente, el Señor lo reunirá y le dará un corazón nuevo y un espíritu nuevo (v. 26), para que se vuelva a él y cumpla su voluntad, no forzada sino espontáneamente. Cf. Jer 31.34. israelitas, sino por mi santo nombre, que ustedes han ofendido entre las naciones a donde han ido.#36.22 La derrota sufrida por los israelitas a causa de sus pecados dio motivo a los paganos para pensar que el Dios de Israel era incapaz de impedir que su pueblo fuera humillado y llevado al exilio. Por eso, el Señor va a borrar la afrenta que le han hecho, mostrando a la vista de todos, por medio de los actos que está a punto de realizar para la liberación de Israel, que él está presente en todo lo que acontece, tanto para el juicio como para la salvación. Véase Ez 20.41 n. 23Yo voy a mostrar ante las naciones la santidad de mi gran nombre,#36.23 Yo voy a mostrar ante las naciones la santidad de mi gran nombre: es decir, el Señor hará que su nombre sea reconocido como santo. Cf. Mt 6.9. que ustedes han ofendido entre ellas; cuando yo lo haga, ellas reconocerán que yo soy el Señor. Yo, el Señor, lo afirmo. 24Yo los sacaré a ustedes de todas esas naciones y países; los reuniré y los haré volver a su tierra. 25Los lavaré con agua pura,#36.25 En un país como Palestina, donde la sequía era una de las más terribles plagas (cf. 1 R 17.1; 18.5; Jl 1.9-12,17-20), el agua llegó a ser uno de los símbolos por excelencia de la vida (cf. Ez 47.1-12). El agua era también instrumento de purificación, como lo atestiguan las numerosas aspersiones y abluciones que se practicaban en el culto (cf. Lv 14.8-9; 15.1-18; Mc 7.3-4). Sin embargo, la purificación y la renovación anunciadas aquí por Ezequiel superarán en eficacia a todos los ritos antiguos. los limpiaré de todas sus impurezas, los purificaré del contacto con sus ídolos; 26pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón duro como la piedra y les pondré un corazón dócil.#36.26 Cf. Sal 51.10(12); Is 44.3; Ez 18.31. 27Pondré en ustedes mi espíritu, y haré que cumplan mis leyes y decretos;#36.25-27 Ezequiel había repetido incansablemente que el pueblo de Israel se había vuelto impuro a causa de sus pecados e idolatrías. Ahora anuncia un tiempo en que el Señor va a intervenir para transformar interiormente a su pueblo y limpiarlo de todas sus impurezas. La idea de la total transformación interior se expresa con la imagen del corazón y del espíritu nuevos, mientras que el simbolismo del agua pura pone de relieve la profundidad y eficacia de esa acción purificadora. Véase Ez 2.2 nota, y cf. Jer 31.31-33; Ro 8.5-6; Gl 5.22-25; 1 Jn 3.24. 28vivirán en el país que di a sus padres, y serán mi pueblo y yo seré su Dios.#Ez 11.19-20. 29Los libraré de todo lo que les manche. Haré que el trigo abunde, y no volveré a enviarles hambre. 30Haré también que los árboles y los campos den más fruto, para que ustedes no vuelvan a pasar vergüenza delante de las otras naciones por causa del hambre. 31Y cuando se acuerden de su mala conducta y de sus malas acciones, sentirán vergüenza de ustedes mismos por sus pecados y malas acciones. 32Yo, el Señor, lo afirmo: Sepan, israelitas, que no hago esto porque ustedes lo merezcan; sientan vergüenza y confusión por su conducta.
33»”Yo, el Señor, digo: Cuando yo los purifique de todos sus pecados, haré que vivan en sus ciudades y que reconstruyan las ruinas. 34La tierra que había quedado desierta, en vez de quedar desierta será cultivada a la vista de todos los que pasan. 35Y se dirá: Esta tierra, que había quedado desierta, ahora se parece al jardín de Edén;#36.35 El jardín de Edén: Gn 2.8; cf. Is 51.3. las ciudades que habían sido destruidas, arrasadas y dejadas en ruinas, ahora son unas fortalezas y están habitadas. 36Entonces los pueblos vecinos que queden con vida reconocerán que yo, el Señor, reconstruyo lo destruido y vuelvo a sembrar lo arrasado. Yo, el Señor, lo he dicho, y lo realizaré.
37»”Yo, el Señor, digo: Aún haré algo más. Concederé al pueblo de Israel lo que me pida que haga por ellos; multiplicaré su gente como un rebaño. 38Las ciudades en ruinas se llenarán de tanta gente, que se parecerán a las ovejas que en las fiestas se llevan a Jerusalén para ofrecerlas en sacrificio. Entonces reconocerán que yo soy el Señor.”»
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Ezequiel 36: DHH94I
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Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.