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Jeremías 4

4
Exhortación al arrepentimiento
1El Señor afirma:
«Si te quieres volver, Israel,
es a mí a quien debes volverte.#4.1 Sobre el uso del verbo volver, véase Jer 3.1 nota.
Si alejas tus ídolos odiosos#4.1 Cf. Jer 7.30; 16.18; 32.34.
y no te apartas de mí,
2entonces podrás jurar por mi nombre
con verdad, justicia y rectitud.
Mi nombre será para las naciones
motivo de bendición y alabanza.»
3El Señor dice a la gente de Judá y Jerusalén:
«Cultiven terrenos no cultivados;#4.3 Cf. Os 10.12.
ya no siembren entre los espinos.
4Gente de Judá y de Jerusalén,
circuncídense y reconózcanme como Señor,
pongan en su corazón la marca de la alianza;#4.4 Pongan en su corazón la marca de la alianza: Lit. circunciden el prepucio de su corazón. La circuncisión era el signo exterior de pertenencia al pueblo de Dios (véase Gn 17.10-14 n.). Pero esa marca exterior de nada vale sin la actitud interior de fidelidad y obediencia al Señor. Véase Dt 10.16 n., y cf. Dt 30.6; Ro 2.25-29.
no sea que, por sus malas acciones,
mi enojo se encienda como un fuego
y arda sin que nadie pueda apagarlo.
La invasión amenaza a Judá
5»Anuncien esto en Jerusalén y en Judá,
proclámenlo a son de trompeta#4.5 Aquí la trompeta toca a retirada e invita a ponerse a salvo frente al avance del enemigo. Cf. vv. 19-21. por todo el país,
grítenlo bien fuerte:
“¡Vamos! ¡A reunirse!
¡A las ciudades fortificadas!”
6Levanten la bandera apuntando a Sión;
¡busquen refugio, no se detengan!
Porque voy a traer del norte#4.6 Voy a traer del norte: Véase Jer 1.14-15 n.
gran calamidad y destrucción.
7El león ya ha salido de su guarida,
el que destruye las naciones está en marcha;
ha salido de su patria para destruir tu país,
para dejar desiertas y en ruinas tus ciudades.
8Por eso, vístanse con ropas ásperas,
lloren y giman de dolor,
pues la ardiente ira del Señor
no se ha apartado de nosotros.»#4.8 En la visión profética de la historia, los acontecimientos aparecen cargados de sentido. La invasión de Judá no es un episodio histórico más, sino la manifestación de la ira del Señor y el juicio divino sobre el pecado del pueblo. Cf. Is 10.3-4; Jl.
9El Señor afirma:
«Cuando llegue ese día,
el rey y los jefes temblarán de miedo,
los sacerdotes sentirán terror
y los profetas quedarán espantados.»#4.9 Véase Jer 2.8 nota.
10Yo dije:#4.10 Yo dije: En esta sección se entabla una especie de diálogo entre el Señor y el profeta. El Señor anuncia la invasión que viene del norte (cf. vv. 6,16) y el profeta se hace eco de la palabra divina: aquí intercede por el pueblo (pero véase Jer 7.16 n.); en los vv. 19-21,23-26, expresa su dolor y su consternación. «¡Ay, Señor,
cómo has engañado a la gente de Jerusalén!
Les prometiste paz,
y lo que tienen es un cuchillo en el cuello.»
11Cuando llegue ese momento,
se dirá al pueblo de Jerusalén:
«Un viento caliente#4.11 Un viento caliente: alusión al siroco, viento que sopla desde el este y produce un calor sofocante en Palestina. del desierto
sopla en dirección de mi pueblo.
No es la brisa que sirve
para limpiar de paja el trigo;
12el viento que yo haré venir
será demasiado fuerte para eso,
pues ahora voy a dictar sentencia contra ellos.»
Los enemigos rodean a Israel
13Miren, el enemigo avanza como una nube,
sus carros de guerra parecen un huracán,
sus caballos son más ligeros que las águilas.
¡Ay de nosotros, estamos perdidos!
14Jerusalén, limpia del mal tu corazón
y así te salvarás.
¿Hasta cuándo darás vueltas en tu cabeza
a pensamientos perversos?
15Desde Dan y las colinas de Efraín#4.15 Dan, en las vertientes del río Jordán, marcaba el límite norte de Palestina; las colinas de Efraín son las montañas situadas a unos pocos km. al norte de Jerusalén. Véanse Jos 19.40 n. e Índice de mapas.
llegan malas noticias:
16«Adviertan a las naciones y a Jerusalén
que de un país lejano vienen enemigos#4.16 Enemigos: texto probable. Heb. guardias o vigilantes.
lanzando gritos de guerra
contra las ciudades de Judá.
17Rodearán a Judá, como los que cuidan los campos,
porque se rebeló contra el Señor.
Yo, el Señor, lo afirmo.
18»Tu conducta y tus acciones
son la causa de lo que te ha sucedido;
tu maldad te ha dado este amargo fruto
y te hiere el corazón.»
Dolor de Jeremías por su pueblo
19¡Me retuerzo de dolor!
¡El corazón me palpita con violencia!
¡Estoy inquieto, no puedo callarme!
He escuchado un toque de trompeta,
un griterío de guerra.
20Llegan noticias de continuos desastres;
todo el país está en ruinas.
De repente han sido destruidos mis campamentos,
han quedado deshechas mis tiendas de campaña.
21¿Cuánto tiempo aún veré en lo alto la bandera
y escucharé el toque de la trompeta?#4.19-21 El toque de la trompeta y la bandera en alto anuncian la presencia del ejército enemigo (cf. v. 5).
22«Mi pueblo es estúpido, no me conoce#4.22 No me conoce: Véase Jer 22.16 n.; cf. Jer 8.7; Os 4.1.
—dice el Señor.
Son hijos sin juicio, que no reflexionan.#Dt 32.5-6; Is 1.2-3.
Les sobra talento para hacer el mal,
pero no saben hacer el bien.»#Is 1.16-17.
Jeremías ve la destrucción futura
23Miré#4.23 Los vv. 23-26 describen una de las visiones proféticas más dramáticas de todo el AT. La palabra miré se repite cuatro veces, y el espectáculo que se ofrece a la mirada del profeta es el retorno al estado de cosas anterior a la creación (cf. Gn 1.2), como si el desorden reinante en la sociedad a causa de la idolatría, la injusticia y la mentira se hubiera extendido al resto del universo. a la tierra, y era un desierto sin forma;#4.23 Desierto sin forma: El primer relato de la creación (Gn 1.1—2.4a) utiliza la misma expresión hebrea para designar el estado del mundo antes de la creación. Véase Gn 1.2 nota.
miré al cielo, y no había luz.#4.23 No había luz: otra referencia a las tinieblas que lo envolvían todo cuando Dios aún no había creado la luz (cf. Gn 1.3).
24Miré a los montes, y estaban temblando;
todas las colinas se estremecían.#4.24 Los montes y colinas se consideraban símbolos de firmeza y estabilidad.
25Miré y ya no había ningún hombre,
y todas las aves se habían escapado.
26Miré y vi los jardines convertidos en desierto,
y todas las ciudades estaban en ruinas.
La ira terrible del Señor
había causado todo esto.
27El Señor dice:
«Toda la tierra será arrasada,
pero no la destruiré totalmente.#4.27 No la destruiré totalmente: Esta frase introduce una nota de esperanza en medio de un panorama bastante sombrío.
28La tierra se llenará de tristeza
y el cielo se pondrá de luto.
He hablado, y no me arrepentiré;
lo he resuelto, y no me volveré atrás.
29Ante los gritos de los jinetes y de los arqueros,
toda la gente sale corriendo;
se esconden en los matorrales
o trepan a los peñascos.
Todas las ciudades quedan abandonadas;
ya no hay nadie que viva en ellas.
30Y tú, ciudad en ruinas,
¿para qué te vistes de púrpura?,
¿para qué te cubres con joyas de oro?,
¿para qué te pintas de negro los ojos?
De nada sirve que te embellezcas,
pues tus amantes te han rechazado
y lo que buscan es tu muerte.
31Oigo gritos de dolor, como de una mujer
que da a luz a su primer hijo;
son los gritos de Sión,#4.31 Sión: Véase Sal 2.6 n.
que gime, extiende los brazos y dice:
“¡Ay de mí! ¡Me van a matar los asesinos!”»

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